sábado, 7 de septiembre de 2024

TOB - 30vo Domingo - Lo que Quiero de Dios - Mc. 10, 46-52

En los evangelios vemos muchas personas ciegas que son sanadas,
pero éste pasaje sobre Bartimeo es muy especial e ilustrativo.
El pobre hombre no veía nada,
pero cuando escuchó que Jesús de Nazaret estaba pasando,
tomó una decisión para él desafiante pero muy importante
en vez de esperar sentado, tenía que ir a su encuentro
para no perder el paso de Jesús, pedir que lo curaran.
Todos decían que Jesús tenía el poder de sanar, pero él,
tenías que llamar su atención y pedir que lo curaran. era su gran deseo.

Bartimeo era muy consciente de lo que estaba mal con él,
y estaba dispuesto a remediarlo! Cuando le gritó a Jesús tratando de llamar su atención, las personas a su alrededor trataron de callarlo; pero él, gritó más fuerte, y siguió gritando hasta que Jesús se detuvo y lo llamó.

Aunque Bartimeo era ciego, Jesús se quedó donde estaba y dejó que el ciego se acercara a él.
Si realmente quería ser curado, encontraría la manera de llegar a Jesús

Era obvio que el hombre era ciego
y, sin embargo, Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?".
Bartimeo tenía que reconocer su problema por sí mismo.
Igual que él, si uno de nosotros necesita curarse de algo,
ya sea ceguera, alcoholismo, depresión o cualquier adicción,
debemos reconocer nuestro problema y decirle a Dios lo que está mal en nosotros.
Necesitamos nombrar, mencionar lo que queremos de Dios.
Por supuesto, él conoce nuestras necesidades y, sin embargo, dice: "Pide con y recibirás".
"Tu Padre celestial seguramente se lo dará a los que lo pidan con fe".

Las palabras de Bartimeo eran simples y sencillas; sin discurso largo, ni regateos ni engaños.
"Quiero ver" fue su respuesta directa.
Y Jesús le dijo que su fe lo había sanado.
Con razón, este ciego sabía que Jesús no se apartaría del clamor de los pobres.
Piensa en lo que hizo: tiró a un lado su vieja capa, se levantó y corrió hacia Jesús.
La vieja capa puede ser un símbolo de su pasado, su oscuridad, su desesperación.
Hizo un acto de fe llena de esperanza, y Jesús no lo decepcionó.
Todos los intentos de los espectadores por silenciarlo lo hicieron más decidido.
Tenía claro lo que quería y sabía quién podía ayudarlo.
Es por eso, que en Bartimeo, también nosotros podemos aprender
una lección de esperanza, confianza y de fe, aquí y ahora.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano, Semana 30 TOB
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Primera Lectura: Lectura del Libro de Jeremías 31, 7-9
Esto dice el Señor: "Griten de alegría por Jacob,
regocíjense por el mejor de los pueblos; proclamen, alaben y digan:
'El Señor ha salvado a su pueblo, al grupo de los sobrevivientes de Israel'.

He aquí que yo los hago volver del país del norte y los congrego desde los confines de la tierra.
Entre ellos vienen el ciego y el cojo, la mujer encinta y la que acaba de dar a luz.

Retorna una gran multitud; vienen llorando, pero yo los consolaré y los guiaré;
los llevaré a torrentes de agua por un camino llano en el que no tropezarán.
Porque yo soy para Israel un padre y Efraín es mi primogénito".
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Salmo Responsorial: Salmo 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6
Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio, creíamos soñar;
entonces no cesaba de reír nuestra boca ni se cansaba entonces la lengua de cantar.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.

Aun los mismos paganos con asombro decían: "¡Grandes cosas ha hecho por ellos el Señor!"
Y estábamos alegres, pues ha hecho grandes cosas por su pueblo el Señor.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Como cambian los ríos la suerte del desierto, cambia también ahora nuestra suerte, Señor,
y entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Al ir, iba llorando, cargando la semilla; al regresar, cantando vendrán con sus gavillas.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor. 
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Segunda lectura: Heb 5, 1-6 
Hermanos: Todo sumo sacerdote es un hombre escogido entre los hombres
y está constituido para intervenir en favor de ellos ante Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados.
Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades.
Por eso, así como debe ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo, debe ofrecerlos también por los suyos propios.

Nadie puede apropiarse ese honor, sino sólo aquel que es llamado por Dios, como lo fue Aarón.
De igual manera, Cristo no se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote;
se la otorgó quien le había dicho: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy.
O como dice otro pasaje de la Escritura: Tú eres sacerdote eterno, como Melquisedec.
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Aclamación antes del Evangelio: 2 Tim 1, 10
R. Aleluya, aleluya.
Jesucristo, nuestro salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio.

R. Aleluya.
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Evangelio: Mc 10, 46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un ciego, llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino pidiendo limosna.

Al oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!"
Muchos lo reprendían para que se callara, pero él seguía gritando todavía más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!".

Jesús se detuvo entonces y dijo: "Llámenlo".
Y llamaron al ciego, diciéndole:
"¡Ánimo! Levántate, porque él te llama".
El ciego tiró su manto;
de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús.

Entonces le dijo Jesús: "¿Qué quieres que haga por ti?"
El ciego le contestó: "Maestro, que pueda ver".
Jesús le dijo: "Vete; tu fe te ha salvado".
Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino.
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TOB - 29vo Domingo - Para lo que sirve Orar - Mc 10, 35-45

Desde la infancia comenzamos a aprender la lección que otros no ceden automáticamente a nuestros deseos. En la adolescencia, descubrimos que nuestros compañeros no son imágenes de nosotros mismos y no siempre responden como esperamos.
De adultos aprendemos el delicado arte del compromiso cuando lo que queremos y lo que otros quieren entran en conflicto. 

En nuestra relación con Dios aprendemos que nuestras oraciones no siempre son contestadas, incluso cuando nos enfocamos no en nosotros mismos, sino en los demás y en su bienestar. 

La experiencia de la oración sin respuesta puede ser un verdadero desafío para nuestra fe. En la vida, a menudo no obtenemos exactamente lo que queremos.

Santiago y Juan en el evangelio de hoy vienen a Jesús con una petición egoísta. Le piden:
"Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria". (también en Mt 20, 20-28)
Marcos muestra que anteriormente, Santiago, Juan y Pedro en el monte de la transfiguración, 
allí habían experimentado a Jesús en su gloria, flanqueados por Moisés y Elías.
Los dos hermanos entendieron esta experiencia como anticipando un futuro glorioso,
y en ese futuro fantástico querían los lugares ocupados por Moisés y Elías.
Cuando Jesús declara que pronto será humillado, Santiago y Juan le piden a Jesús que sea exaltado y ellos con él.
Aquí hay una petición que tiene demasiado de "yo".
No es una petición a la que Jesús quiera responder.
A veces, nuestras propias oraciones pueden tener mucho "yo" en ellas, incluso cuando son oraciones por los demás.
Marcos enfatiza lo inadecuado de esta solicitud de Santiago y Juan
al colocarla inmediatamente después del tercer anuncio por parte de Jesús de su próxima pasión y muerte (Mc 10, 33-34):
"El Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas,
y lo condenarán a muerte; entonces lo entregarán a los gentiles.
 

Una dimensión de nuestro crecimiento en la persona de Jesús
es aprender a orar contemplándolo orar, entrando en su oración continua al Padre.
Solo el Espíritu Santo puede permitir que nuestra oración se armonice con la del Señor resucitado.
Como dice Pablo en su carta a los Gálatas,
"Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando" ¡Padre Abba!" (Gá 4: 6).
En su carta a los romanos, él comenta que "el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad;
porque no sabemos cómo orar como debemos,
pero ese mismo Espíritu intercede con suspiros demasiado profundos para las palabras" 
(Rom 8:26).
Nuestra oración será una participación en la propia oración de Jesús
cuando esté formada por los suspiros inarticulados del Espíritu en lo más profundo de nosotros. 

En respuesta a la petición de los hermanos,
Jesús les pregunta si podrán repetir en su propia oración en el jardín de Getsemaní, (Mc 14, 36): 
"Abba, Padre, para ti todo es posible; quítame esta copa; sin embargo, que no sea lo que yo quiero, sino lo que Tú quieres".
La misma copa que Jesús invita a Santiago y Juan a beber, él mismo no quiso beberla,
sin embargo, continuó orando en su oración más fundamental: 
"Que no sea lo que yo quiero, sino lo que Tú quieres".
Jesús no le pide a sus discípulos nada que no esté preparado a hacer él mismo.
Hoy encontramos en la segunda lectura que tenemos un sumo sacerdote
"que él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado"

Lo que Jesús le dice a Santiago y a Juan también está dirigido a todos nosotros.
¿Estamos preparados para comprometernos con su camino de siervo,
incluso con el camino de la cruz, el camino de la entrega?
Los sacramentos refuerzan esta invitación.
En el bautismo, nos bautizamos en la manera de siervo de Jesús
y cuando celebramos la Eucaristía renovamos nuestro compromiso con esa manera.

Ser Sal y luz
Jesús usa los ejemplos simples de sal y luz para ilustrar el efecto de una vida cristiana como un testimonio de él y de su mensaje. 

En el pasado, los granjeros solían matar unas cuantas veces al año un cerdo. 
Como no tenían frigoríficos o congeladores, se usaban cajas de té viejas para almacenar el tocino. 
El secreto era empacar el tocino lo más fuerte posible, con un saco entero de sal, en la caja de té. 
Para una familia numerosa, el tocino duraba varias semanas antes de terminarse.
Debido a la sal, el tocino se mantenía fresco y no se desperdiciaba nada. La sal conservaba el tocino.
En la lectura de  hoy hay un eco de eso cuando escuchamos a Jesús decir que somos la sal de la tierra. 

Estamos destinados a ser preservadores de la bondad y la vida dentro de la comunidad y dentro de la sociedad en general.
La sal conserva, y también da sabor.
Aunque los especialistas del corazón dicen que hay que retirarla de todas las mesas del comedor,
la sal sigue siendo uno de los elementos esenciales de la cocina.
La sal hace una diferencia en la comida. 

Es por eso que Jesús usa esa imagen para enfatizar el efecto del cristiano dentro de la comunidad. 
El testimonio de la vida cristiana se supone que debe hacer una diferencia.
Entendemos muchas cosas porque conocemos los opuestos.
Si hubiera oscuridad, no podríamos apreciar la luz.
Lo mismo ocurre con el calor y el frío, la salud y la enfermedad, la vida y la muerte.
La oscuridad puede ser más que la ausencia de luz.
Hay personas que viven en la oscuridad porque son ciegas, o porque viven en una realidad que ellos escogieron para si mismos. 
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - TOB Domingo 29
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Primera lectura: Is 53, 10-11
El Señor quiso triturar a su siervo con el sufrimiento.
Cuando entregue su vida como expiación, verá a sus descendientes, prolongará sus años
y por medio de él prosperarán los designios del Señor.
Por las fatigas de su alma, verá la luz y se saciará; 
con sus sufrimientos justificará mi siervo a muchos, cargando con los crímenes de ellos.
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Salmo Responsorial: Salmo 32, 4-5. 18-19 20 y 22
Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales.
El ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades.
R. Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían;
los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida.
R. Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.
En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo.
Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que en ti, Señor, hemos confiado.
R. Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.
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Segunda lectura: Heb 4, 14-16
Hermanos: Puesto que Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado en el cielo,
mantengamos firme la profesión de nuestra fe.
En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos,
puesto que él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado.

Acerquémonos, por lo tanto, con plena confianza al trono de la gracia,
para recibir misericordia, hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno.
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Aclamación antes del Evangelio: Mc 10, 45
R.
Aleluya, aleluya.

Jesucristo vino a servir y a dar la vida por la salvación de todos.
R. Aleluya. 
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Evangelio: Mc 10, 35-45
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús
 Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron:
"Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte". 
Él les dijo: "¿Qué es lo que desean?" 
Le respondieron: "Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria"

Jesús les replicó: "No saben lo que piden. ¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con que seré bautizado?" 
Le respondieron: "Sí podemos". 

Y Jesús les dijo: "Ciertamente pasarán la prueba que yo voy a pasar y recibirán el bautismo con que yo seré bautizado; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; eso es para quienes está reservado".

Cuando los otros diez apóstoles oyeron esto, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús reunió entonces a los Doce y les dijo:
"Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen.
Pero no debe ser así entre ustedes.
Al contrario: el que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor,
y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos,
así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir
y a dar su vida por la redención de todos".
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O bien:
Mc 10, 42-45
En aquel tiempo, Jesús reunió entonces a los Doce y les dijo:
"Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen.
Pero no debe ser así entre ustedes.
Al contrario: el que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor,
y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos,
así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan,
sino a servir y a dar su vida por la redención de todos".
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TOB 28vo. Domingo - ¿A Quien Perteneces? - Mc 10,17-30

Observar los mandamientos es bueno. 
Es posible también observar todos los mandamientos,
y aún así no ser una persona amorosa; no vivir para la vida eterna.

Las riquezas no son malas, pero si pongo en ellas la seguridad,
la plenitud de mi vida, si soy egocéntrico con esas riquezas cuando otras no tienen los medios para una vida digna,
y no las comparto, no he aprendido a vivir.
La sabiduría ve más adentro que estas cosas temporales.

El que pregunta se presenta como un hombre de buen y noble carácter, que busca genuinamente el camino que lo lleve a la vida eterna. Ha guardado los mandamientos de Dios desde la infancia,
y fue tan honesto que Jesús lo miró con cariñoso afecto. 
Parece ser la persona ideal para recibir el evangelio
y seguir a Jesús, cueste lo que cueste.
Pero había algo en ese hombre que necesitaba ser sanado. 

Estaba poseído por su propia riqueza, lo dominaba, era más fuerte que él. Jesús lo invitó a liberarse de eso,
pero el costo parecía demasiado alto. "Libertad es solo otra palabra más cuando no hay nada que perder". 

No hay nada malo con el dinero como tal, o incluso con ser rico.
Algunas de las personas más grandes del mundo que hicieron más por el bienestar de la humanidad han sido personas ricas. 

Pero en un nivel más profundo, el hecho es que aún a ser muy rico, no tengo nada en absoluto.
Mi control de las cosas es provisional, temporal.
Un derrame cerebral repentino, una hemorragia cerebral o un ataque al corazón,
y estoy separado para siempre de todas mis pertenencias terrenales. "No hay bolsillo en el sudario".
Aparentemente, había una entrada estrecha al lado del templo llamada "aguja".
Es lo suficientemente ancha para que pase un camello, pero solo si la carga se retiró de la espalda del camello.
Con las alforjas de las mercancías que el camello normalmente llevaba a ambos lados,
sería imposible pasar por la puerta de la Aguja.
Qué difícil es para las personas que se sienten abrumadas por el dinero y las ambiciones de entrar en el Reino de Dios.
El reino pertenece a los niños y a los que confían como ellos.
Pertenece a los pobres en espíritu; no tanto económicamente pobres,
sino separados de las riquezas en su espíritu más íntimo.
Por una buena causa, pueden desprenderse de su riqueza.

Luego hay algunos que renuncian a todo para seguir a Jesús. Él no llama a todos a hacer esto.
No le pidió a Lázaro ni a sus hermanas que salieran de casa y lo siguieran.
Pero ser un seguidor de Jesús significa tener que dejar algo.
Implica un cambio de prioridades, una nueva forma de valorar las cosas,
un interés en las riquezas que se almacenan en el cielo,
"donde la polilla no puede consumir, ni la podredumbre la corroe".
Los que dejan todo para seguir a Jesús se encuentran entre las personas más bendecidas ,
almas dedicadas como el Padre Pío, la Madre Teresa de Calcuta,
trabajadores que  ayudan en lugares desgarrados por la guerra y las enfermedades, y muchos otros héroes desconocidos.
Estas personas son bendecidas con las riquezas de la gracia de Dios y traen muchas bendiciones a las vidas de otros.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano, Domingo 28vo, TOB
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Primera Lectura: Sab 7, 7-11
Supliqué y se me concedió la prudencia; invoqué y vino sobre mí el espíritu de sabiduría.
La preferí a los cetros y a los tronos, y en comparación con ella tuve en nada la riqueza.
No se puede comparar con la piedra más preciosa, 
porque todo el oro, junto a ella, es un poco de arena y la plata es como lodo en su presencia.

La tuve en más que la salud y la belleza; la preferí a la luz, porque su resplandor nunca se apaga.
Todos los bienes me vinieron con ella; sus manos me trajeron riquezas incontables.
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Salmo Responsorial: Salmo 89, 12-13. 14-15. 16-17
Enséñanos a ver lo que es la vida, y seremos sensatos.
¿Hasta cuándo, Señor, vas a temer compasión de tus siervos? ¿Hasta cuándo?
R. Sácianos, Señor, de tu misericordia.

 Llénanos de tu amor por la mañana y júbilo será la vida toda.
Alégranos ahora por los días y los años de males y congojas.
R. Sácianos, Señor, de tu misericordia.

 Haz, Señor, que tus siervos y sus hijos puedan mirar tus obras y tu gloria.
Que el Señor bondadoso nos ayude y dé prosperidad a nuestras obras.
R. Sácianos, Señor, de tu misericordia.
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Segunda lectura: Heb 4, 12-13
Hermanos: La palabra de Dios es viva, eficaz y más penetrante que una espada de dos filos.
Llega hasta lo más íntimo del alma, hasta la médula de los huesos y descubre los pensamientos e intenciones del corazón.
Toda creatura es transparente para ella.
Todo queda al desnudo y al descubierto ante los ojos de aquel a quien debemos rendir cuentas.
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Aclamación antes del Evangelio: Mt 5, 3
R.
Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
R. Aleluya.
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Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,17-30
Se puede elegir una forma más breve de la lectura siguiente, indicada entre corchetes:

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó:
"Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?"
Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios.
Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás,
no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes,
honrarás a tu padre y a tu madre".

Entonces él le contestó: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven".
Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes,
da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme".
Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.

Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos:
"¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!"
Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió:
"Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios!
Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios".

Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí: "Entonces, ¿quién puede salvarse?"
Jesús, mirándolos fijamente, les dijo:
"Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible". 

Entonces Pedro le dijo a Jesús: "Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte".

Jesús le respondió: "Yo les aseguro:
Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio,
dejará de recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras,
junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna".
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O bien:
Mc 10, 17-27
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino,
se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?"
Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos:
No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio,
no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre".

Entonces él le contestó: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven''.
Jesús lo miró con amor y le dijo:
"Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres
y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme".

Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.

Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!"
Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras;
pero Jesús insistió:"Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios!
Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios". 

Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí:
"Entonces, ¿quién puede salvarse?" Jesús, mirándolos fijamente, les dijo:
"Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible".
Palabra del Señor.
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TOB - 27vo Domingo - El arte de Vivir Juntos - Mc 10, 2-16

¿El ideal de fidelidad de por vida con una pareja
parece impracticable para nuestros tiempos?

¿Puede una pareja estar unida por posiblemente 50 años? 

El ideal está claramente declarado en el evangelio;
pero es importante distinguir entre el ideal de fidelidad de por vida
y cómo ese ideal se impone en nuestra Iglesia.
A veces, la ley sobre el matrimonio
ha sido duramente e insensiblemente predicada.

La triste verdad es que no todos los matrimonios funcionan bien. Algunos se casan a toda prisa,
y otros encuentran imposible mantener una relación muy desigual. 

Pero fieles a las palabras de Jesús, al menos apoyamos el ideal que él estableció: que el matrimonio está destinado a durar toda la vida.
Las bodas de Caná es un hermoso ejemplo de la importancia que Jesús le daba a la familia y a la amistad.

El día de su boda, donde ambos acuden honesta y abiertos al otro, la pareja vive su amor temprano
por el otro con enamoramiento o esperanza, con las emociones potenciadas, a veces fuera de su control, pero allí presentes.

Es cierto que el amor duradero se basa tanto en la decisión como en la emoción. Ambas deben estra conectadas para sostenerse mutuamente. Cuando se acaba la emoción se perturba la decisión y cuando no se toman decisiones correctas se disturba la emoción.
Si bien no puedo controlar mis emociones, puedo tomar la decisión de enriquecerlas, cuidarlas y compartirlas.
Puedo renovar una decisión todos los días pero si carecen de emoción nunca serán auténticas.

El matrimonio en la Iglesia es un pacto entre una mujer y un hombre, con eso, deben formar una sociedad familiar de por vida.
Es un proyecto de vida, una vocación por la cual reciben la gracia de un sacramento especial para hacerlo viable.

Para que un matrimonio tenga éxito se requiere un esfuerzo constante de buena voluntad, para cooperar con la gracia de Dios.
La pareja debe fomentar una relación que sea dinámica, nunca estática;
con emociones y decisiones compartidas y vividas con humildad porque si esto no avanza, la relación retrocede.

Vivir en el amor conyugal con otra persona significa morir en uno mismo de muchas maneras,
porque el amor es una especie de vida para un amigo.
Nuestra fe dice que solo muriendo a nosotros mismos podemos ser capaces de dar vida a otros,
lo que lleva dentro la promesa de Cristo de vida eterna.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano, Domingo 27vo, TOB
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Primera lectura: Gn 2, 18-24
En aquel día, dijo el Señor Dios: "No es bueno que el hombre esté solo.
Voy a hacerle a alguien como él, para que lo ayude".
Entonces el Señor Dios formó de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo
y los llevó ante Adán para que les pusiera nombre y así todo ser viviente tuviera el nombre puesto por Adán.

Así, pues, Adán les puso nombre a todos los animales domésticos,
a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no hubo ningún ser semejante a Adán para ayudarlo.

Entonces el Señor Dios hizo caer al hombre en un profundo sueño,
y mientras dormía, le sacó una costilla y cerró la carne sobre el lugar vacío.
Y de la costilla que le había sacado al hombre, Dios formó una mujer. Se la llevó al hombre y éste exclamó:

"Ésta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne.
Ésta será llamada mujer, porque ha sido formada del hombre".

Por eso el hombre abandonará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola cosa.
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Salmo Responsorial: Salmo 127, 1-2. 3. 4-5. 6 (5)

Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos:
Comerá del fruto de su trabajo, será dichoso, le irá bien.
R. Dichoso el que teme al Señor.

 Su mujer, como vid fecunda, en medio de su casa;
sus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa.
R. Dichoso el que teme al Señor.

 Esta es la bendición del hombre que teme al Señor:
"Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida".
R. Dichoso el que teme al Señor.

 Que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel!
R. Dichoso el que teme al Señor. 
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Segunda lectura: Heb 2, 8-11
Hermanos: Es verdad que ahora todavía no vemos el universo entero sometido al hombre;
pero sí vemos ya al que por un momento Dios hizo inferior a los ángeles, a Jesús,
que por haber sufrido la muerte, está coronado de gloria y honor.
Así, por la gracia de Dios, la muerte que él sufrió redunda en bien de todos. 

En efecto, el creador y Señor de todas las cosas quiere que todos sus hijos tengan parte en su gloria.
Por eso convenía que Dios consumara en la perfección, mediante el sufrimiento,
a Jesucristo, autor y guía de nuestra salvación. 

El santificador y los santificados tienen la misma condición humana.
Por eso no se avergüenza de llamar hermanos a los hombres.
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Aclamación antes del Evangelio: 1 Jn 4, 12
R.
Aleluya, aleluya.
Si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros
y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mc 10, 2-16
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba:
"¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?"

Él les respondió: "¿Qué les prescribió Moisés?"
Ellos contestaron: "Moisés nos permitió el divorcio
mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa".

Jesús les dijo: "Moisés prescribió esto,
debido a la dureza del corazón de ustedes.
Pero desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre
y se unirá a su esposa y serán los dos una sola cosa.
De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre".

Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: "Si uno se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio".

Después de esto, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo.
Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan,
porque el Reino de Dios es de los que son como ellos.
Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él".

Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos.
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O bien: 

Mc 10, 2-12
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba:
"¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?"

Él les respondió: "¿Qué les prescribió Moisés?"
Ellos contestaron: "Moisés nos permitió el divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa".
Jesús les dijo: "Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes.
Pero desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer.
Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola cosa.
De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre".

Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto.
Jesús les dijo: "Si uno se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera.
Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio".

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TOB - 26vo Domingo - El don de la Hospitalidad - Mc 9, 38-43. 45. 47-48

La hospitalidad tiene un alto perfil en el Medio Oriente.
Esto es cierto incluso hoy, y se menciona a menudo en la Biblia. Simplemente recuerde la calurosa bienvenida
en la historia de Eleazer y Rebeca (Gen 24: 15-26)
y el cálido encuentro de Jesús con la mujer samaritana
en el pozo de Jacob.

Como virtud, la hospitalidad cristiana
 recibe un impulso extra de Jesús cuando él la personalizó.
Quien recibe a uno enviado por Cristo recibe a Cristo mismo.
Dios está en su Hijo, su Hijo está en los apóstoles y ellos,
están en los cristianos que son recibidos.
Incluso aquellos que dan tan poco como una taza de agua
serán recompensados.
Pero la verdadera hospitalidad
no se puede practicar sobre la base de escoger a quien elijo.

A la mayoría de las personas les resulta fácil ser buenos anfitriones cuando están seguros en casa
y necesitan entretener a un amigo o alguien con derecho a una consideración especial.

Es cuestión diferente ser generoso con personas ajenas al propio círculo.
Podemos vivir en una especie de burbuja,
tan envuelta en nuestro propio círculo social que construimos barreras en lugar de puentes ...
como en el caso del exorcista independiente en el Evangelio de hoy.

Los católicos no siempre están entusiasmados con el hecho de reconocer la difusión del Espíritu de Dios en otras Iglesias,
en las religiones no cristianas y, de hecho, en todas las criaturas.
Fue un shock para algunos de cuando el Vaticano II reconoció la presencia del Espíritu Santo
en el Movimiento Ecuménico entre otros cristianos.
Pero también debemos notar la postura intransigente de Cristo frente al escándalo, descrito en el Evangelio de hoy. 

Reconocer la presencia del Espíritu Santo fuera de la Iglesia no significa que debamos descuidarla dentro de la Iglesia.
Necesitamos dar la bienvenida a la guía de la gracia, dondequiera que el Espíritu se haga visible.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - Semana 26 - TOB
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Primera lectura: Num 11, 25-29 
En aquellos días, el Señor descendió de la nube y habló con Moisés.
Tomó del espíritu que reposaba sobre Moisés y se lo dio a los setenta ancianos.
Cuando el espíritu se posó sobre ellos, se pusieron a profetizar.

Se habían quedado en el campamento dos hombres: uno llamado Eldad y otro, Medad.
También sobre ellos se posó el espíritu, pues aunque no habían ido a la reunión,
eran de los elegidos y ambos comenzaron a profetizar en el campamento.

Un muchacho corrió a contarle a Moisés que Eldad y Medad estaban profetizando en el campamento.
Entonces Josué, hijo de Nun, que desde muy joven era ayudante de Moisés, le dijo:
"Señor mío, prohíbeselo".
Pero Moisés le respondió: "¿Crees que voy a ponerme celoso?
Ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta y descendiera sobre todos ellos el espíritu del Señor".
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Salmo Responsorial: Salmo 18, 8. 10. 12-13. 14 (9a) 

La ley del Señor es perfecta de todo y reconforta el alma;
inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo.
R. Los mandamientos del Señor alegran el corazón.

La voluntad de Dios es santa y para siempre estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
R. Los mandamientos del Señor alegran el corazón.

Aunque tu servidor es esmera En cumplir tus preceptos con cuidado,
¿quién no falta, Señor, sin advertirlo? Perdona mis errores ignorados.
R. Los mandamientos del Señor alegran el corazón.

Presérvame, Señor, de la soberbia, no dejes que el orgullo me domine;
así, del gran pecado tu servidor podrá encontrarse libre.
R. Los mandamientos del Señor alegran el corazón.
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Segunda lectura: Sant 5, 1-6
Lloren y laméntense, ustedes, los ricos, por las desgracias que les esperan.
Sus riquezas se han corrompido; la polilla se ha comido sus vestidos; enmohecidos están su oro y su plata,
y ese moho será una prueba contra ustedes y consumirá sus carnes, como el fuego.
Con esto ustedes han atesorado un castigo para los últimos días.

El salario que ustedes han defraudado a los trabajadores que segaron sus campos está clamando contra ustedes;
sus gritos han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos.
Han vivido ustedes en este mundo entregados al lujo y al placer, engordando como reses para el día de la matanza.
Han condenado a los inocentes y los han matado, porque no podían defenderse.
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Aclamación antes del Evangelio: Jn 17, 17 
R. Aleluya, aleluya.
Tu palabra, Señor, es la verdad; santifícanos en la verdad.
R. Aleluya.

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Evangelio: Mc 9, 38-43. 45. 47-48 
En aquel tiempo, Juan le dijo a Jesús:
"Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre,
y como no es de los nuestros, se lo prohibimos".

Pero Jesús le respondió:
"No se lo prohíban,
porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre,
que luego sea capaz de hablar mal de mí.
Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor.

Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa.

Al que sea ocasión de pecado
para esta gente sencilla que cree en mí,
más le valdría que le pusieran al cuello
una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar.

Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna,
que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga.
Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo;
pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo.
Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo;
pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios,
que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo,
donde el gusano no muere y el fuego no se apaga''.
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TOB - 25vo Domingo - Todos son bienvenidos - Mc 9, 30-37

Cuando el Papa, obispo, sacerdote o diácono toma a un pequeño bebé de los brazos de su madre y lo levanta por encima de la multitud, repite algo que hizo Jesús. Esto no es solo una demostración de amabilidad; es un signo del Reino y una indicación de los valores de Jesús. Con este gesto, Jesús expresa algo nuevo. 

En el mundo de su tiempo, solo los adultos merecían atención; Jesús se lo da al niño. ¿Qué hay en el niño que merezca esto? Sin duda, es que el niño está lleno de alegría y de vida, de espontaneidad y confianza. El niño es como la primavera, como el sol naciente, el portador del futuro. A menos que nos convirtamos en niños pequeños, no podemos entrar en el Reino de Dios. ¡Qué desconcertante Mesías es Jesús! Él nunca deja de sorprendernos.

Marcos describe a Jesús como un extraño y desconcertante Mesías. Marcos describe la forma gradual en que Pedro experimentó a Jesús, así como las etapas de su descubrimiento gradual del Mesías. La vida de Jesús gira enigmáticamente entre su pasión y muerte. Que él provenga de un ambiente modesto, sin pretensiones, que se presenta sin rango ni título, sin riqueza ni respaldo, que no hace ningún esfuerzo para ordenar la reverencia de todos por medio de un gran signo cósmico, todos estos ya son bastante desconcertantes. 

Sin embargo, Jesús llega al límite cuando anuncia un final siniestro de su vida y de su camino. Anuncia la derrota, la impotencia, el olvido. Él va a dejarse arrestar, insultar y crucificar como un delincuente común.

Dos preguntas dominan éste Evangelio: ¿Quién es Jesús? (1,14 a 8,30) y ¿A dónde va? (8,22 a 16, 8) La respuesta, que él es el Hijo de Dios, recorre todo el Evangelio, pero está como una corriente subterránea que para descubrirla hay que escuchar con mucha atención.

La 1ra lectura suena a uno de los Salmos que evoca la pasión del Cristo o a una canción del Siervo sufriente de Isaías. Ésta proviene del Libro de la Sabiduría, uno de los últimos libros de la Biblia, escrito en Egipto (Alejandría) y compuesto no en hebreo sino en griego. La situación que describe, acerca de una persona justa que es insultada, torturada y ejecutada, no se limita al sufrimiento de los judíos.

Es una situación que surge en todo momento y que hoy se repite con los Palestinos, sobretodo con los niños y adolescentes encarcelados en su propio territorio y ciudades por una poderosa fuerza de ocupación.

Los Apóstoles, a pesar de haber pasado tanto tiempo en  compañía de Jesús, observando sus modales, su estilo de vida y escuchando sus enseñanzas; todavía estaban muy lejos de conocerlo plenamente y de cumplir lo que se espera de ellos.

Jesús estableció el patrón para todos ellos y para nosotros. "El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre" (Fil 2: 6-7)

El desafío de hoy para todo cristiano no es la resignación, es enfrentar con valentía los desafíos de la sociedad y del mundo.

Es confiar en la providencia; es enfrentar las injusticias con firmeza pero con amor; es promover la paz y el equilibrio cósmico y sobre todo; es aceptar y recibir  en nuestras vidas y corazones, a todos, en especial a los más débiles. Al dar la bienvenida a los demás, estamos dando la bienvenida a Dios en nuestras vidas. Dar la bienvenida a los que nos necesitan es dar la bienvenida a Cristo mismo.

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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - Domingo 25 - TOB
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Primera lectura: Sab 2, 12. 17-20
Los malvados dijeron entre sí: "Tendamos una trampa al justo,
porque nos molesta y se opone a lo que hacemos;
nos echa en cara nuestras violaciones a la ley,
nos reprende las faltas contra los principios en que fuimos educados.

Veamos si es cierto lo que dice, vamos a ver qué le pasa en su muerte.
Si el justo es hijo de Dios, él lo ayudará y lo librará de las manos de sus enemigos.
Sometámoslo a la humillación y a la tortura, para conocer su temple y su valor.
Condenémoslo a una muerte ignominiosa, porque dice que hay quien mire por él''.
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Salmo Responsorial: Salmo 53, 3-4. 5. 6 y 8 (6b) R. El Señor es quien me ayuda.

 Sálvame, Dios mío, por tu nombre, con tu poder defiéndeme.
Escucha, Señor, mi oración, y a mis palabras atiende.
R. El Señor es quien me ayuda.

 Gente arrogante y violenta contra mí se la levantado,
Andan queriendo matarme. ¡Dios los tiene sin cuidado!
R. El Señor es quien me ayuda.

 Pero el Señor Dios es mi ayuda, él, quien me mantiene vivo.
Por eso te ofreceré con agrado un sacrificio,
y te agradeceré, Señor, tu inmensa bondad conmigo.
R. El Señor es quien me ayuda.
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Segunda lectura: Sant 3, 16–4, 3
Hermanos míos: Donde hay envidias y rivalidades, ahí hay desorden y toda clase de obras malas.
Pero los que tienen la sabiduría que viene de Dios son puros, ante todo. Además, son amantes de la paz, comprensivos, dóciles, están llenos de misericordia y buenos frutos, son imparciales y sinceros. Los pacíficos siembran la paz y cosechan frutos de justicia.

¿De dónde vienen las luchas y los conflictos entre ustedes? ¿No es, acaso, de las malas pasiones, que siempre están en guerra dentro de ustedes? Ustedes codician lo que no pueden tener y acaban asesinando. Ambicionan algo que no pueden alcanzar, y entonces combaten y hacen la guerra. Y si no lo alcanzan, es porque no se lo piden a Dios. O si se lo piden y no lo reciben, es porque piden mal, para derrocharlo en placeres.
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Aclamación antes del Evangelio: 2 Tes 2, 14
R. Aleluya, aleluya.
Dios nos ha llamado, por medio del Evangelio, a participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
R. Aleluya.
 
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Evangelio: Mc 9, 30-37
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaban Galilea,
pero él no quería que nadie lo supiera, porque iba enseñando
a sus discípulos. Les decía:
"El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; le darán muerte, y tres días después de muerto, resucitará".
Pero ellos no entendían aquellas palabras
y tenían miedo de pedir explicaciones.
Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntó:
"¿De qué discutían por el camino?"
Pero ellos se quedaron callados, porque en el camino
habían discutido sobre quién de ellos era el más importante.
Entonces Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
"Si alguno quiere ser el primero, 
que sea el último de todos y el servidor de todos".

Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
"El que reciba en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe. 
Y el que me reciba a mí, no me recibe a mí, sino a aquel que me ha enviado".
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TOB - Domingo 24vo - Sin Cruz no hay corona - Mc 8, 27-35

Todo lo que le sucedió a Jesús fue parte de un plan divino.
Él vino con un propósito y, a medida que la vida se desarrollaba,
se hizo más claro para él cuál era ese propósito.

Para nuestro crecimiento espiritual, es bueno recordar que Jesús "creció en sabiduría, edad y gracia con Dios y con los demás" (Lc 2,52). Él entendió mejor su misión a medida que pasaba el tiempo.
¡Él asumió plenamente nuestra humanidad y, por lo tanto,
no supo de antemano exactamente cada detalle de su futuro! 
Hoy, Jesús nos recuerda que "sin cruz, no hay corona".
La corona del Reino es para los que aceptan su cruz y lo siguen.
No podemos llegar a la Pascua sin pasar por el Viernes Santo. Nuestros pecados de omisión se basan principalmente
en el temor a comprometernos con los valores del Evangelio,
sin saber lo que nos costará.

Es posible que deseemos llegar a Semana Santa, pero eludir el Viernes Santo.

"Sin cruz, no hay corona". Debemos soportar el dolor a corto plazo para obtener ganancias a largo plazo.
Hay un costo en Pentecostés, y vivir la vocación cristiana es una especie de morir a sí mismo al servicio de los demás.
Esta perspectiva puede hacer que nos contengamos, que demoremos, que pospongamos las acciones necesarias,
con la esperanza de que el desafío desaparezca por sí solo.
Esto incluye patrones de comportamiento, adicciones, compulsiones e injusticia hacia los demás.
No debemos seguir posponiendo y mucho menos dudando.

Hay una hermosa leyenda sobre nuestros planes y los planes de Dios.
Tres árboles jóvenes crecían juntos en el bosque, cada uno sano y ambicioso.
Al comparar sus sueños, uno quería ser construido en un castillo o un palacio,
y así participar en la vida de la alta y poderosa sociedad.
El segundo quería convertirse en el mástil de uno de los grandes barcos, navegando por el mundo con un gran sentido de la aventura.
El tercero esperaba terminar como parte de algún monumento público, donde el público se detendría, admiraría y tomaría fotografías.
Pasaron los años, y los tres fueron cortados.
El primero fue cortado, y partes de él se juntaron para formar un pesebre para un establo en Belén.
El segundo fue cortado, y el tronco fue recogido para formar un bote, que fue lanzado en el Mar de Galilea.
El tercero fue cortado en secciones, dos de ellas clavadas juntas para formar una cruz en el Calvario.
Cada uno tenía una parte única y especial para jugar en la gran historia de la redención.

Como vemos, al final, todo es usado para la mayor gloria de Dios y para gloria nuestra que somos su imagen.
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Lecturas en Lenguaje Latinoamericano TOB 24 Domingo
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Primera lectura: Is 50, 5-9
En aquel entonces, dijo Isaías: "El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras
y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba.
No aparté mi rostro de los insultos y salivazos.

Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido,
por eso endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado.
Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿quién luchará contra mí?
¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa?
Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda, ¿quién se atreverá a condenarme?''
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Salmo Responsorial: Salmo 114, 1-2. 3-4. 5-6. 8-9 (9) R. Caminaré en la presencia del Señor.

 Amo al Señor porque escucha el clamor de mi plegaria,
porque me prestó atención cuando mi voz lo llamaba.
R. Caminaré en la presencia del Señor.

 Redes de angustia y de muerte me alcanzaron y me ahogaban.
Entonces rogué al Señor que la vida me salvara.
R. Caminaré en la presencia del Señor.

 El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo.
A mí, débil, me salvó y protege a los sencillos.
R. Caminaré en la presencia del Señor.

 Mi alma libró de la muerte; del llanto los ojos míos,
y ha evitado que mis pies tropiecen por el camino.
Caminaré ante el Señor por la tierra de los vivos.
R. Caminaré en la presencia del Señor.
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Segunda lectura: Sant 2, 14-18
Hermanos míos: ¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe,
si no lo demuestra con obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?

Supongamos que algún hermano o hermana
carece de ropa y del alimento necesario para el día,
y que uno de ustedes le dice:
"Que te vaya bien; abrígate y come",
pero no le da lo necesario para el cuerpo,

¿de qué le sirve que le digan eso?

Así pasa con la fe;
si no se traduce en obras, está completamente muerta.

Quizá alguien podría decir: "Tú tienes fe y yo tengo obras. 
A ver cómo, sin obras, me demuestras tu fe; yo, en cambio, 
con mis obras te demostraré mi fe".
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Aclamación antes del Evangelio: Gál 6, 14
R.
Aleluya, aleluya.
No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo,
por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mc 8, 27-35
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a los poblados de Cesarea de Filipo. Por el camino les hizo esta pregunta: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos le contestaron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los profetas".

Entonces él les preguntó: "Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?"
Pedro le respondió: "Tú eres el Mesías".
Y él les ordenó que no se lo dijeran a nadie.

Luego se puso a explicarles
que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho,
que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día.

Todo esto lo dijo con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte
y trataba de disuadirlo. Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas palabras: "¡Apártate de mí, Satanás! 
Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres".

Después llamó a la multitud y a sus discípulos, y les dijo: "El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz 
y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; 
pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará".
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