sábado, 7 de septiembre de 2024

TOB - 26vo Domingo - El don de la Hospitalidad - Mc 9, 38-43. 45. 47-48

La hospitalidad tiene un alto perfil en el Medio Oriente.
Esto es cierto incluso hoy, y se menciona a menudo en la Biblia. Simplemente recuerde la calurosa bienvenida
en la historia de Eleazer y Rebeca (Gen 24: 15-26)
y el cálido encuentro de Jesús con la mujer samaritana
en el pozo de Jacob.

Como virtud, la hospitalidad cristiana
 recibe un impulso extra de Jesús cuando él la personalizó.
Quien recibe a uno enviado por Cristo recibe a Cristo mismo.
Dios está en su Hijo, su Hijo está en los apóstoles y ellos,
están en los cristianos que son recibidos.
Incluso aquellos que dan tan poco como una taza de agua
serán recompensados.
Pero la verdadera hospitalidad
no se puede practicar sobre la base de escoger a quien elijo.

A la mayoría de las personas les resulta fácil ser buenos anfitriones cuando están seguros en casa
y necesitan entretener a un amigo o alguien con derecho a una consideración especial.

Es cuestión diferente ser generoso con personas ajenas al propio círculo.
Podemos vivir en una especie de burbuja,
tan envuelta en nuestro propio círculo social que construimos barreras en lugar de puentes ...
como en el caso del exorcista independiente en el Evangelio de hoy.

Los católicos no siempre están entusiasmados con el hecho de reconocer la difusión del Espíritu de Dios en otras Iglesias,
en las religiones no cristianas y, de hecho, en todas las criaturas.
Fue un shock para algunos de cuando el Vaticano II reconoció la presencia del Espíritu Santo
en el Movimiento Ecuménico entre otros cristianos.
Pero también debemos notar la postura intransigente de Cristo frente al escándalo, descrito en el Evangelio de hoy. 

Reconocer la presencia del Espíritu Santo fuera de la Iglesia no significa que debamos descuidarla dentro de la Iglesia.
Necesitamos dar la bienvenida a la guía de la gracia, dondequiera que el Espíritu se haga visible.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - Semana 26 - TOB
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Primera lectura: Num 11, 25-29 
En aquellos días, el Señor descendió de la nube y habló con Moisés.
Tomó del espíritu que reposaba sobre Moisés y se lo dio a los setenta ancianos.
Cuando el espíritu se posó sobre ellos, se pusieron a profetizar.

Se habían quedado en el campamento dos hombres: uno llamado Eldad y otro, Medad.
También sobre ellos se posó el espíritu, pues aunque no habían ido a la reunión,
eran de los elegidos y ambos comenzaron a profetizar en el campamento.

Un muchacho corrió a contarle a Moisés que Eldad y Medad estaban profetizando en el campamento.
Entonces Josué, hijo de Nun, que desde muy joven era ayudante de Moisés, le dijo:
"Señor mío, prohíbeselo".
Pero Moisés le respondió: "¿Crees que voy a ponerme celoso?
Ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta y descendiera sobre todos ellos el espíritu del Señor".
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Salmo Responsorial: Salmo 18, 8. 10. 12-13. 14 (9a) 

La ley del Señor es perfecta de todo y reconforta el alma;
inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo.
R. Los mandamientos del Señor alegran el corazón.

La voluntad de Dios es santa y para siempre estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
R. Los mandamientos del Señor alegran el corazón.

Aunque tu servidor es esmera En cumplir tus preceptos con cuidado,
¿quién no falta, Señor, sin advertirlo? Perdona mis errores ignorados.
R. Los mandamientos del Señor alegran el corazón.

Presérvame, Señor, de la soberbia, no dejes que el orgullo me domine;
así, del gran pecado tu servidor podrá encontrarse libre.
R. Los mandamientos del Señor alegran el corazón.
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Segunda lectura: Sant 5, 1-6
Lloren y laméntense, ustedes, los ricos, por las desgracias que les esperan.
Sus riquezas se han corrompido; la polilla se ha comido sus vestidos; enmohecidos están su oro y su plata,
y ese moho será una prueba contra ustedes y consumirá sus carnes, como el fuego.
Con esto ustedes han atesorado un castigo para los últimos días.

El salario que ustedes han defraudado a los trabajadores que segaron sus campos está clamando contra ustedes;
sus gritos han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos.
Han vivido ustedes en este mundo entregados al lujo y al placer, engordando como reses para el día de la matanza.
Han condenado a los inocentes y los han matado, porque no podían defenderse.
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Aclamación antes del Evangelio: Jn 17, 17 
R. Aleluya, aleluya.
Tu palabra, Señor, es la verdad; santifícanos en la verdad.
R. Aleluya.

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Evangelio: Mc 9, 38-43. 45. 47-48 
En aquel tiempo, Juan le dijo a Jesús:
"Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre,
y como no es de los nuestros, se lo prohibimos".

Pero Jesús le respondió:
"No se lo prohíban,
porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre,
que luego sea capaz de hablar mal de mí.
Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor.

Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa.

Al que sea ocasión de pecado
para esta gente sencilla que cree en mí,
más le valdría que le pusieran al cuello
una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar.

Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna,
que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga.
Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo;
pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo.
Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo;
pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios,
que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo,
donde el gusano no muere y el fuego no se apaga''.
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