sábado, 13 de abril de 2024

TOB - 7mo Domingo de Pascua, Ascención - Última voluntad y testamento - Mc 16:15-20

Marcos sólo señala que el Señor Jesús "fue llevado al cielo"
y luego describe que gracias a la la fe de los apóstoles en Jesús,
el Espíritu Santo ayuda en la difusión de su Evangelio
con la ayuda invisible de su gracia: "mientras el Señor trabajaba con ellos y confirmaba el mensaje ..."
Los que salen en su nombre, lo hacen también con su bendición.
Jesús establece el gran objetivo para los discípulos:
"Vayan por todo el mundo
y proclamen las buenas nuevas a toda la creación".
En el Evangelio de Mateo
se agrega la promesa definitiva del Señor:
"y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, 
hasta el fin del mundo."

Hubo una vez una mujer mayor que dudaba mucho sobre hacer su voluntad.
Hacer su voluntad podría significar que no tenía mucho tiempo para vivir.
A veces, muchas familias se separan solo porque algún miembro de las mismas no hizo nunca un testamento de herencia.

En el evangelio de hoy, Jesús es bastante claro acerca de su voluntad final para sus seguidores.
Debían difundirse activamente y compartir el mensaje de salvación que él había enseñado.
Esta misióne es simple de entender pero difícil de llevar a cabo.
Es enseñar a los demás todo lo que Jesús les había enseñado.
Los discípulos lo habían seguido, deberián pedir a otros que lo acepten y también lo sigan
porque el mensaje y trabajo de conversión y salvación debe continuar de generación en generación, hasta el final de los tiempos.

A pesar de todos los cambios en la iglesia y en la sociedad, hay dos cosas no han cambiado:
Jesús mismo y su mensaje de gracia y misericordia.
El Mensaje y el Mensajero no cambian, y nunca cambiarán.
Las personas que se preocupan por los cambios en la iglesia y la sociedad deben confiar en que todavía se puede confiar en lo básico.
Él está con nosotros siempre ... y su misión es nuestra misión también.

"Cada día escribes con tu vida una página nueva del evangelio,
a través de las cosas que haces y las palabras que dices.
Otros leerán lo que escribas allí, si es fiel y verdadero.
Entonces verán lo qué es el evangelio según tú, a través de tu vida.

Aunque no lo vemos,
Él todavía está con nosotros, guiándonos y apoyándodos.
Cuando estamos solos, no necesitamos ser solitarios.
Uno puede estar rodeado de personas y aún así estar solo,
pero estamos con el estado de ánimo correcto podemos sentir,
con Cicerón, non nobis, sed omnibus "no para nosotros,
sino para todos"
. Dialogar con nuestro Señor no necesita palabras. Estar abierto a su presencia en mi vida
y vivir consciente de su presencia me empuja a servir a los otros,
y experimentar con los primeros cristianos la alegría del Evangelio. 


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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano TOB - Ascención
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Primera lectura: Hch 1, 1-11
En mi primer libro, querido Teófilo, escribí acerca de todo lo que Jesús hizo y enseñó, hasta el día en que ascendió al cielo, después de dar sus instrucciones,
por medio del Espíritu Santo, a los apóstoles que había elegido.
A ellos se les apareció después de la pasión, les dio numerosas pruebas de que estaba vivo y durante cuarenta días se dejó ver por ellos y les habló del Reino de Dios.

Un día, estando con ellos a la mesa, les mandó:
“No se alejen de Jerusalén. Aguarden aquí a que se cumpla la promesa de mi Padre,
de la que ya les he hablado: Juan bautizó con agua;
dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo”.

Los ahí reunidos le preguntaban: “Señor, ¿ahora sí vas a restablecer la soberanía
de Israel?” Jesús les contestó: “A ustedes no les toca conocer el tiempo y la hora
que el Padre ha determinado con su autoridad; pero cuando el Espíritu Santo
descienda sobre ustedes, los llenará de fortaleza y serán mis testigos en Jerusalén,
en toda Judea, en Samaria y hasta los últimos rincones de la tierra”.

Dicho esto, se fue elevando a la vista de ellos, hasta que una nube lo ocultó a sus ojos.

Mientras miraban fijamente al cielo, viéndolo alejarse,
se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
“Galileos, ¿qué hacen allí parados, mirando al cielo? Ese mismo Jesús
que los ha dejado para subir al cielo, volverá como lo han visto alejarse”.
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Salmo Responsorial: Salmo 46, 2-3. 6-7. 8-9 (6)
Aplaudan, pueblos todos, aclamen al Señor, de gozos llenos; 
que el Señor, el Altisimo, es terrible y de toda la tierra, rey supremo.
R. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.

Entre voces de júbilo y trompetas, Dios, el Señor, asciende hasta su trono.
Cantemos en honor de nuestro Dios, al rey honremos y cantemos todos.
R. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.

Porque Dios es el rey del universo, cantemos el mejor de nuestros cantos.
Reina Dios sobre todas las naciones desde su trono santo.
R. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.
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Segunda lectura: Ef 1, 17-23
Hermanos: Pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, que les conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerlo.

Le pido que les ilumine la mente para que comprendan cuál es la esperanza que les da su llamamiento, cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da a los que son suyos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros, los que confiamos en él, por la eficacia de su fuerza poderosa.

Con esta fuerza resucitó a Cristo de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, por encima de todos los ángeles, principados, potestades, virtudes y dominaciones, y por encima de cualquier persona, no sólo del mundo actual sino también del futuro.

Todo lo puso bajo sus pies y a él mismo lo constituyó cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo, y la plenitud del que lo consuma todo en todo.
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O bien: Ef 4, 1-13
Hermanos: Yo, Pablo, prisionero por la causa del Señor, los exhorto a que lleven una vida digna del llamamiento que han recibido. Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el Espíritu con el vínculo de la paz.

Porque no hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu, como es también sólo una la esperanza del llamamiento que ustedes han recibido. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que reina sobre todos, actúa a través de todos y vive en todos.

Cada uno de nosotros ha recibido la gracia en la medida en que Cristo se la ha dado. Por eso dice la Escritura: Subiendo a las alturas, llevó consigo a los cautivos y dio dones a los hombres.

¿Y qué quiere decir “subió”? Que primero bajó a lo profundo de la tierra. Y el que bajó es el mismo que subió a lo más alto de los cielos, para llenarlo todo.

Él fue quien concedió a unos ser apóstoles; a otros, ser profetas; a otros, ser evangelizadores; a otros, ser pastores y maestros. Y esto, para capacitar a los fieles, a fin de que, desempeñando debidamente su tarea, construyan el cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a estar unidos en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, y lleguemos a ser hombres perfectos, que alcancemos en todas sus dimensiones la plenitud de Cristo.
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O bien: Ef 4, 1-7. 11-13
Hermanos: Yo, Pablo, prisionero por la causa del Señor, los exhorto a que lleven una vida digna del llamamiento que han recibido. Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el Espíritu con el vínculo de la paz.

Porque no hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu, como es también sólo una la esperanza del llamamiento que ustedes han recibido. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que reina sobre todos, actúa a través de todos y vive en todos. 

Cada uno de nosotros ha recibido la gracia en la medida en que Cristo se la ha dado. Él fue quien concedió a unos ser apóstoles; a otros, ser profetas; a otros, ser evangelizadores; a otros, ser pastores y maestros. Y esto, para capacitar a los fieles, a fin de que, desempeñando debidamente su tarea, construyan el cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a estar unidos en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, y lleguemos a ser hombres perfectos, que alcancemos en todas sus dimensiones la plenitud de Cristo.
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Aclamación antes del Evangelio: Mt 28, 19. 20R. Aleluya, aleluya.
Vayan y enseñen a todas las naciones, dice el Señor,
y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mc 16, 15-20
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Éstos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos”.

El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían.
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TOB - 6to Domingo de Pascua - Somos elegidos por Dios - Jn 15, 9-17

La experiencia de ser elegido por alguien es hermosa, es especial. Puede ser tan simple como ser elegidos para ser parte del equipo;
o, cuando al solicitar un trabajo alguien confía en nosotros
para darles una buena referencia.

Ser elegido puede ser más significativo aún.
En la raíz de cada matrimonio feliz
está el hecho de que dos personas una vez se eligieron
y luego continuaron eligiendose, día a día.
En cada amistad verdadera hay una opción similar.
Dos personas eligen ser amigos el uno con el otro
y valoran su relación como especial y valiosa.
Como en el matrimonio,
la elección debe ser mutua y libre para que la amistad dure.
Cuando la elección es unilateral,
hay algo de angustia en el otro lado.
Una experiencia de vida dolorosa es un amor no correspondido.

En el evangelio de hoy, Jesús usa este lenguaje de elección y amistad. Él dice: "Te elegí", "Te llamo amigo".
Cada uno podemos escuchar esas mismas palabras como dirigidas a nosotros.

Los discípulos  nos representan a todos. Él ha entregado su vida por todos nosotros.
Con San Pablo, podemos decir que el Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Al dar su vida por nosotros, Jesús nos eligió, personalmente, nos llamó a cada uno su amigo.
Sus palabras "Ustedes son mis amigos" son para nosotros también. 

La misa hace presente la muerte-donación de Jesús en cada generación, a cada comunidad que se reúne para partir el pan.
Aquí y ahora sigue hablando las mismas palabras de la última cena, "Ustedes son mis amigos", "Yo los elegí".
En nuestras vidas, elegir lo uno significa no elegir lo otro.
El Dios bueno, elige a cada uno de nosotros por igual.
Como dice Pedro en la primera lectura, "Dios no tiene favoritos".
Si elijo a alguien como amigo,
quiero que esa persona haga una elección similar conmigo.
Si El Señor nos elige, busca y desea que nosotros lo elijamos a él.
Al habernos elegido, quiere que correspondamos a esa elección.
En el evangelio, cuando muchas personas dejaban de seguirlo,
se volvió hacia sus discípulos y les dijo: "¿También desean irse?"
Jesús los invita a responder a la elección que habían hecho de ellos.
En ese momento, lleno del Espíritu, Pedro dijo en nombre de todos: "Señor, ¿a quién podemos ir? Tienes el mensaje de la vida eterna ". De esta manera, declaró públicamente su elección de Jesús. 

En la Misa, ambos celebramos que El Señor nos eligió a nosotros y renovamos nuestra elección por él.
Cuando respondemos a su invitación a tomar y comer, lo tomamos en serio y renovamos nuestra elección
como nuestro camino, nuestra verdad, nuestra vida y nuestra resurrección.

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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - TOB, 6to Dominigo de Pascua
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Primera lectura: Hch 10, 25-26. 34-35. 44-48
En aquel tiempo, entró Pedro en la casa del oficial Cornelio, y éste le salió al encuentro y se postró ante él en señal de adoración.
Pedro lo levantó y le dijo: "Ponte de pie, pues soy un hombre como tú".
Luego añadió: "Ahora caigo en la cuenta de que Dios no hace distinción de personas,
sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que fuere".

Todavía estaba hablando Pedro, cuando el Espíritu Santo descendió sobre todos los que estaban escuchando el mensaje.
Al oírlos hablar en lenguas desconocidas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes judíos que habían venido con Pedro,
se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se hubiera derramado también sobre los paganos.

Entonces Pedro sacó esta conclusión:
"¿Quién puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros?"
Y los mandó bautizar en el nombre de Jesucristo. Luego le rogaron que se quedara con ellos algunos días.
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Salmo Responsorial: Salmo 97, 1. 2-3ab. 3cd-4 (2b)
Cantemos al Señor un canto nuevo,
pues ha hecho maravillas.
Su diestra y su santo brazo 
le han dado la victoria.
R. El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad. Aleluya.
 
El Señor ha dado a conocer su victoria
y ha revelado a las naciones su justicia.
Una vez más ha demostrado Dios
su amor y su lealtad hacia Israel.
R. El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad. Aleluya.
 
La tierra entera ha contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Que todos los pueblos y naciones
Aclamen con júbilo al Señor.
R. El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad. Aleluya.
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Segunda lectura: 1 Jn 4, 7-10
Queridos hijos: Amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor.
El amor que Dios nos tiene se ha manifestado en que envió al mundo a su Hijo unigénito, para que vivamos por él.

El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que él nos amó primero y nos envió a su Hijo, como víctima de expiación por nuestros pecados.
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Aclamación antes del Evangelio: Jn 14, 23
R.
Aleluya, aleluya.
El que me ama, cumplirá mi palabra, dice el Señor; y mi Padre lo amará y vendremos a él.
R. Aleluya.
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Evangelio: Jn 15, 9-17
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor.
Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor;
lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto
para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena.

Éste es mi mandamiento:
que se amen los unos a los otros como yo los he amado.
Nadie tiene amor más grande a sus amigos
que el que da la vida por ellos.
Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando.
Ya no los llamo siervos,
porque el siervo no sabe lo que hace su amo;
a ustedes los llamo amigos,
porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre.

No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca,
de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros''.
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TOB - 5to Domingo de Pascua - Siendo más discípulos - Jn 15, 1-8


Reflexionemos: Más que un código para guiarnos
A la gente le fascina las historias del antiguo Egipto
con sus faraones, sus maravillosos edificios
y esculturas, pero también su organización social.
Este pueblo se organizó para un propósito:
asegurar la continuidad del faraón en el otro mundo.
Enterraban a sus faraones con muchos detalles
en sus costumbres, leyes y rituales, para crear la impresión de que el Faraón continuaba vivo.
En su tumba colocaban alimentos,
sus muebles favoritos, carros, juegos y armas.
Lo más llamativo de las momias, reales o no,
es que estaban bien muertas.

La religión puede volverse solo código y de culto, un conjunto de leyes a obedecer y ritos a cumplir.
Esa religión, con el tiempo puede volverse seca y enmohecida,
y al igual que las momias completamente ausentes de vida.

En un programa religioso, se le preguntó a una celebridad sobre el lugar que ocupa la religión en su vida,
y si podría vivir fácilmente sin ella, y él respondió:
"Sí, tal vez, pero ella es siempre una guía para ayudarnos a mantenernos en línea. 

"Para él, la religión era un código que le ayuda a regular su conducta.
A la gente con esa forma de pensar le gusta tener una religión momificada, solo como una señal en sus vidas.
El cristianismo en cambio debe ser vida, una fuerza vibrante en la vida del creyente.
Cristo vive en la comunidad de los creyentes, pero más a través de ellos,
Él ejerce su misión a través de nosotros cuando atendemos a las personas necesitadas de misericordia y amor.

Todos los que anunciamos las palabras del Evangelio, ya sea en la misión, en la parroquia, en las escuelas, compartimos la oración de Jesús en la Última Cena,
"Que conozcan al único Dios verdadero,
y a Jesucristo, a quien has enviado. "

En cada instrucción de fe, dada o recibida,
vemos a Cristo restaurando la vista al pobre,
que al principio veía a la gente borrosa,
como a árboles, y luego los vio claramente.
En cada pecador que viene arrepentido vemos,
a Lázaro resucitado una vez más de entre los muertos,
ya sin el manto de pecado que lo envolvía. 
En cada reunión alrededor de la Mesa de la Eucaristía, al igual que los apóstoles,
damos testimonio ante el mundo entero de la tarea que nos confió Cristo,
la de proclamar su muerte y resurrección, hasta que Él vuelva al final de los tiempos.  

El cristianismo sufre un exceso de miembros y la escasez de los discípulos. 
En un mundo que crece frío y despersonalizado,
las iglesias ofrecen un ambiente confortable de amistad y seguridad.
No va a encontrar a Cristo en la liturgia del domingo,
si no se ha codeado con él en la oficina, en la fábrica o en la cocina.
No escuchará su mensaje desde el altar, si se hizo el sordo a su llamada en su oficina, escuela o casa.
Jesús lo dijo en  sencillo y sin rodeos:
" Mi Padre será glorificado si dan fruto abundante y son mis discípulos." (Jn15, 8)

 El cristianismo no es simple código o mero culto. 
Si usted ve el cristianismo como un código,  entonces, al momento de rendir cuentas ante Dios puedes decir: "Yo asistí a misa, observé la ley,
he progresado en el camino que me pediste andar." 
Puedes verte a tí mismo como perfecto,  
“hago lo correcto, no tengo pecados grandes,
son los pecados de siempre, pero Él me entiende” entonces no necesitas un salvador. 
Asi pensaba el fariseo en el templo frente a Dios. 
Decía Cristo: "Porque les digo que si su modo de obrar no supera al de los escribas y fariseos, 
no entrarán en el reino de los cielos." (Mt 5:20).

El verdadero cristianismo nos hace sentir inundados con el amor de Dios, a pesar de nuestras faltas.
Dios nos ama hasta la locura,
hasta el punto dejarse asesinar en una cruz.

Si creemos en Cristo,
nos sentiremos como sus hijos, como sus amigos
y los amigos no se ponen condiciones ni esperan retorno. 
Desde la relación personal con el que le ama,
tratan de entender palabras, actos y silencios.
Por el  amor que le tienen,
tratan de anticiparse a sus deseos.  
 
Si en nuestro diario quehacer vemos nuestra vida como una respuesta sincera y humilde al inmenso amor de Dios
entonces ya no hay obstáculos para disfrutar la vida, y la religión tiene un efecto liberador en nuestras vidas.

Vamos a disfrutar "la libertad de los hijos de Dios." como lo describe la Biblia.
Tan grande es el amor que Dios nos tiene, que nuestros esfuerzos en responder a ese amor
siempre nos va a parecer que está por debajo de lo que deseamos, 
eso es aceptar con humildad sincera nuestra necesidad de  su perdón, acogida y amor.

El problema de los que ven sus vidas completas, sin fallas, perfectas como si no tuviera faltas, 
es que tienen su visión limitada, incompleta y no miran más allá de sí mismos. 
el derrotista, por otro lado se pregunta: 
¿Por qué seguir luchando para alcanzar algo que parece estar más allá de nosotros?

La respuesta de San Agustín es que debemos hacerlo porque tenemos una necesidad innata de Dios,
y solo Él satisface esa búsqueda interior que nos acompaña durante toda la vida.

El discurso de la vid verdadera en Jn 15 es muy rico. 
En el Antiguo Testamento, las imágenes de la viña 
se usan para expresar la relación de Dios con Israel, tanto positiva como negativamente.

El 4to Evangelio aborda estas tradiciones a su manera, de modo innovador. Quiere responder a la pregunta de: ¿cómo puedo ser un buen seguidor de Jesús?

En la cultura occidental solemos pensar basados en la conducta; como si la moral fuera el centro de la vida. Cuando decimos que fulano es muy cristiano, 
decimos que ha actuado de ese modo o del otro.

El evangelio de Juan nos dice que el verdadero centro de nuestra vida no es ni nuestra conducta ni nuestra vida 
sino nuestra relación con el Señor resucitado a través del Espíritu Santo.

Esta relación es más profunda, envolvente y cambiante, incluso mística. 
Naturalmente, nuestras acciones, sean buenas o malas tienen consecuencias, 
pero es la relación con Él la que está en el corazón de todo.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - TOB - 5to Domingo de Pascua
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Primera lectura: Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 9, 26-31:
En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos,
pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo.
Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles.
Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino,
lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús.
Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén, 
predicando públicamente el nombre del Señor.
Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo.
Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso.
La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria.
Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, 
y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo.
Palabra de Dios
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Salmo Responsorial: Sal 21, 26b-27. 28. 30. 31-32  
R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea
Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
viva su corazón por siempre.
R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea

Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán las familias de los pueblos. 
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo.
R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea

Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá, 
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: 
todo lo que hizo el Señor.
R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea
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Segunda lectura: De la primera carta del apóstol san Juan 3, 18-24:
Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él,
en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo.
Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios.
Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo,
y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.
Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él;
en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Palabra de Dios
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Evangelio: Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Ustedes ya están limpios por las palabras que les he hablado; permanezcan en mí, y yo en ustedes.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid,
así tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él,
ése da fruto abundante; porque sin mí no pueden hacer nada. 

Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento,
y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que deseen, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que den fruto abundante; así serán discípulos míos.»
Palabra del Señor
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ORACIÓN
Dios de la vida nueva,
experimentar la acción Tu Espíritu
nos da un nuevo valor
y cambia la dirección de nuestras vidas.

Muéstranos hoy cómo ser Tus testigos
para que Tu iglesia
puede vivir un nueva primavera de la fe
a través de la palabra de vida
proclamada en nuestros días.


Que tu Espíritu nos ayude 
a vivir en el temor del Señor
y nos muestre Tu consuelo y ánimo.¡Amén!
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TOB - 4to Domingo de Pascua - Orando por Vocaciones - Jn 10, 11-18

Pastores al cuidado de personas

Jesús ilustra a menudo su enseñanza refiriéndose a pastores y ovejas.
La imagen es vieja pero el mensaje es actual.
Hoy vemos la relación entre Jesús, el Buen Pastor y las ovejas.
Jesús se presenta a sí mismo como el Buen Pastor anunciado por los profetas,
como sus seguidores, esto es relevante para nosotros.
A Jesús lo aceptamos por la fe,
aceptamos sus sugerencias de vida, aceptamos sus promesas,
por eso, nuestra relación con Él es profundamente personal.

Esa aceptación nos impulsa a querer conocerlo mejor,
a tenerlo más cerca,
a hacerlo parte de nuestras vivencias diarias,
personales, laborales, familiares y comunitarias.
El vínculo de amor que nos une se basa en el mismo amor que lo une con su Padre. Nuestra nueva existencia se funda en ese amor y esa fidelidad inquebrantable de Dios.

Si en verdad entendemos que para entrar en la vida eterna
debemos escuchar a Jesús, obedecerlo, anunciarlo y seguirlo, entonces sabemos
que esta vida temporal debe estar teñida de Él, de su palabra y de su Espíritu.
Debemos sintonizar nuestra mente
con el sonido de su voz que habla al interior de nuestro ser.

El egocentrismo, nos hace centrarnos sólo en nosotros mismos, nos hace sordos a la voz de Jesús.
También las opciones fáciles de los caminos anchos
puede pintarnos las cosas más atrayentes, pero recordemos que;
“La fe hace posible hasta las cosas imposibles pero no las hace más fáciles”.

Recordemos que nuestros éxitos y derrotas son responsabilidad nuestra,
todo depende del esfuerzo que pongamos o evitemos para lograr lo que somos.
Recordemos también que el verdadero camino a nuestra felicidad, más que con la fe de otros, va de la mano con nuestra fe,
esa confianza que nos ayuda a recorrer los caminos que el resucitado nos ha trazado. 

Sabemos hoy que es muy fuerte
la presión para ser infieles y abandonar los principios cristianos,
está llena de ofertas seductoras y facilistas.
Nos dicen que si seguimos en nuestra fe, el fracaso es inevitable.

Pero Dios es fiel y no nos dejará ser tentados más allá de nuestra fuerza.

Nadie nos puede arrastrar lejos de él porque el Padre
nos ha entregado al buen pastor, nos ha puesto bajo el cuidado de su Hijo.

El mismo Dios que mantuvo la fe con Jesús al resucitarlo de entre los muertos,
también nos resucitará a nosotros mediante su poder.

Pablo y Bernabé hablaron con valor y causaron impacto.
También hoy, una proclamación valiente del Evangelio y un fiel y buen ejemplo de vida a nuestros contemporáneos
puede producir tanto fruto como lo hizo en los tiempos apostólicos.
Todos los bautizados, en particular los confirmados, están obligados a profundizar, proclamar y difundir la fe.

Todos nosotros, seamos laicos o sacerdotes o religiosos estamos al servicio del Señor Resucitado y de su reino.
Nuestra fe nos debe impulsar a tomar parte personal en la obra de evangelización.
¿Cuántos males persisten en nuestra sociedad sólo porque la gente buena no dice nada y no hace nada?

El “Domingo del Buen Pastor"
es una oportunidad para pensar y orar cómo debe ser el ministerio sacerdotal de la iglesia católica para afrontar el futuro.
Este Domingo nos invita a hacer cambios urgentes y significativos en la forma en que preparar a nuestros sacerdotes para el futuro,
y de lo que esperaremos de ellos nos invita a recordar que no tal cosa como una parroquia con un sacerdote menos.
"Puede que no haya sacerdote ordenado como sucede en la actualidad, pero toda la parroquia es  pueblo sacerdotal. 

De repente porque aún gozamos de vitalidad, como Iglesia Latinoamericana todavía no se nos ocurre hacernos la pregunta:
¿Qué debe cambiar en la Iglesia Católica, 
para que cada comunidad local puede tener una celebración eucarística completa todos los domingos?
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - TOB - 4to Dom de Pascua
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Primera lectura: Hch 4, 8-12
En aquellos días, Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: 
"Jefes del pueblo y ancianos, 
puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, para saber cómo fue curado, 
sépanlo ustedes y sépalo todo el pueblo de Israel: este hombre ha quedado sano en el nombre de Jesús de Nazaret, 
a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. 

Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores, han desechado y que ahora es la piedra angular. 
Ningún otro puede salvarnos, 
pues en la tierra no existe ninguna otra persona a quien Dios haya constituido como salvador nuestro".
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Salmo Responsorial: Salmo 117, 1 y 8-9. 21-23. 26 y 28cd y 29 (22)

Te damos gracias, Señor, porque es bueno,
porque tu misericordia es eterna.
Más vale refugiarse en el Señor
que poner en los hombres la confianza;
más vale refugiarse en el Señor
que buscar con los fuertes una alianza.
R. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Aleluya.

Te doy gracias pues me escuchaste
y fuiste para mí la salvación.
La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
Esto es obra de la mano del Señor
Es un milagro patente.
R. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Aleluya.

Bendito el que viene en nombre del Señor.
Que Dios desde su templo nos bendiga.
Tú eres mi Dios, te doy gracias.
Tú eres mi Dios, y yo te alabo.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno,
Porque tu misericordia es eterna.
R. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Aleluya.
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Segunda lectura: 1 Jn 3, 1-2
Queridos hijos: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, 
pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. 
Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él.

Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. 
Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
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Aclamación antes del Evangelio: Jn 10, 14
R. Aleluya, aleluya.
Yo soy el buen pastor, dice el Señor; 
yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí.
R. Aleluya.
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Evangelio: Jn 10, 11-18

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: 
“Yo soy el buen pastor. 
El buen pastor da la vida por sus ovejas. 
En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, 
cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; 
el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, 
porque a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen pastor, 
porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, 
así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. 
Yo doy la vida por mis ovejas. 
Tengo además otras ovejas que no son de este redil 
y es necesario que las traiga también a ellas; 
escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor.

El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar. 
Nadie me la quita; yo la doy porque quiero. 
Tengo poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. 
Éste es el mandato que he recibido de mi Padre’’.
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TOB - 3er Domingo de Pascua, El regalo del Perdón - Lc 24, 35-48


Al revisar nuestra vida, muchos de nosotros
encontraremos una u otra cosa de que lamentarnos. 

A veces, en nuestras conversaciones o actos,
esos recuerdos pueden dañarnos o dañar a otros.
Puede ser que recordemos no haber hecho algo
que podríamos haber hecho y que aunque quisimos no lo hicimos. 

Otras veces,
las experiencias de fracaso personal pueden parecer
tan pesadas y difíciles de superar que debemos luchar mucho
para liberarnos de ellas y seguir adelante.
Su peso puede chupar nuestras energías.
Muchas veces nos vemos volviendo a ellas una y otra vez.

Los primeros discípulos de Jesús
deben haberse sentido así antes, durante y después de la crucifixión de Jesús.
Antes, todos habían abandonado a Jesús. El Viernes Santo, su estado de ánimo estaba muy bajo y gris, de profundo pesar.
Luego de su muerte, deben haber sentido que su relación con Jesús había terminado.

En el Evangelio de hoy, las primeras palabras de Jesús resucitado a sus discípulos son: 'La paz esté con ustedes'.
Con estas palabras, los discípulos experimentan el perdón del Señor. 

El primer encuentro con el Señor resucitado se convierte en  una profunda experiencia de perdón.
Este fue el regalo del Señor resucitado para ellos.
A veces, el perdón puede ser un regalo difícil de aceptar, dudamos si verdaderamente estamos perdonados.
Pero cuando Jesús dijo: 'La paz esté con ustedes', respondieron con miedo, pensando que estaban viendo un fantasma.
Este Jesús resucitado les pregunta: "¿Por qué están tan nerviosos, y por qué dudan en sus corazones?"

A los confundidos y asustados discípulos
les tomó algo de tiempo darse cuenta que estaban perdonados.
Tuvieron que trabajar sus propias dudas y temores, y es sólo después de que ellos aceptan el regalo del perdón y lo creen,
son enviados como mensajeros del perdón del Señor a los demás.
Cuando el Señor resucitado está seguro que han aceptado el perdón
les encargar predicar a todas las naciones
el arrepentimiento sanador para el perdón de los pecados.

El perdón a los pecadores es tarea principal,
es la buena nueva del amor misericordioso de Dios.
Esto es lo que hace Pedro en primera lectura.
Él declara al pueblo de Jerusalén que,
aunque lo habían entregado a Pilato,
el perdón de Dios estaba disponible para ellos
si se volvían a Dios creyendo en Jesús.

La iglesia, fiel a la misión confiada a los discípulos proclamó a lo largo de los siglos
la buena noticia de que el perdón de Dios es más fuerte que el pecado humano.
Al resucitar a Jesús de entre los muertos y al mandarlo a los que lo habían rechazado y fallado,
Dios declara que él puede levantar a cualquiera de sus pecados.
El Jesús resucitado revela un Dios perdonador y fiel. La segunda lectura lo dice con claridad:
‘Si alguno peca, tenemos un abogado ante el Padre: a Jesucristo, que es justo'.

Antes de recibir el regalo Pascual del perdón de Dios
que nos llega con el Señor resucitado,
debemos reconocer primero que necesitamos ese regalo. 

La segunda lectura nos dice que necesitamos 'admitir la verdad'.
La verdad es que siempre necesitamos el don del perdón de Dios. 
El arrepentimiento es el reconocer esa necesidad
y el pedirle a Dios el don del perdón.
En la primera lectura,
Pedro llama a la gente de Jerusalén a arrepentirse
y volverse a Dios para que sus pecados les sean borrados. 

En el Evangelio, Jesús resucitado envía a sus discípulos a predicar el arrepentimiento para el perdón de los pecados. 

 El Sacramento de la Reconciliación es una hermosa ocasión para admitir la verdad, reconocer nuestra necesidad de perdón de Dios
y pedirlo directamente.
El Señor resucitado nos dice al corazón: "La paz esté con ustedes".
Las palabras de la absolución incluyen la oración, 'a través del ministerio de la iglesia que Dios te conceda el perdón y la paz'.

Los primeros discípulos, al recibir y aceptar el don del perdón del Señor, son enviados como heraldos del perdón a los demás. 
Del mismo modo, quienes lo hemos recibido somos enviados a la misma misión. 

Como pecadores perdonados proclamamos con nuestras vidas
la presencia de un Dios que perdona y es siempre fiel.
Compartimos con los demás
el don que hemos recibido y aceptado del Señor.
Esto no siempre es fácil.
Si como dice el dicho: "errar es humano, perdonar es divino", entonces necesitamos ayuda divina para hacer lo que es divino. 

En los versículos posteriores a donde termina el evangelio de hoy, Jesús resucitado promete a sus discípulos enviarles el Espíritu Santo. Sólo con el poder del Espíritu Santo ellos serán capaces de tener éxito en la tarea que Jesús les confía. Necesitamos ese mismo Espíritu para perdonar, tal y como hemos sido perdonados.

"Ven Espíritu Santo,
llena mi corazón y enciende en mí el fuego de tu amor».

Podríamos siempre hacer esta corta oración,
especialmente en los momentos en que nos encontramos luchando
por transmitir a los demás el don del perdón que continuamos recibiendo de parte del Señor.

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Lecturas en Lenguaje Latinoamericano – TOB – 3er. Domingo de Pascua

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Primera lectura: Hch 3, 13-15. 17-19
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres,
ha glorificado a su siervo Jesús, a quien ustedes entregaron a Pilato,
y a quien rechazaron en su presencia, cuando él ya había decidido ponerlo en libertad.
Rechazaron al santo, al justo, y pidieron el indulto de un asesino; han dado muerte al autor de la vida,
pero Dios lo resucitó de entre los muertos y de ello nosotros somos testigos.

Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia, de la misma manera que sus jefes;
pero Dios cumplió así lo que había predicho por boca de los profetas: que su Mesías tenía que padecer.
Por lo tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que se les perdonen sus pecados".
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Salmo Responsorial: Salmo 4, 2. 7. 9 (7ª)
Tú que conoces lo justo de mi causa,
Señor, responde a mi clamor.
Tú que me has sacado con bien de mis angustias,
apiádate y escucha mi oración. 
R. En ti, señor, confío. Aleluya.

Admirable en bondad
ha sido el Señor para conmigo,
y siempre que lo invoco me ha escuchado;
por eso en él confío. 
R. En ti, señor, confío. Aleluya.

En paz, Señor, me acuesto
y duermo en paz,
pues sólo tú, Señor,
eres mi tranquilidad.
R. En ti, señor, confío. Aleluya.
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Segunda lectura: 1 Jn 2, 1-5ª
Hijitos míos: Les escribo esto para que no pequen.
Pero, si alguien peca, tenemos como intercesor ante el Padre, a Jesucristo, el justo.
Porque él se ofreció como víctima de expiación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino por los del mundo entero.

En esto tenemos una prueba de que conocemos a Dios, en que cumplimos sus mandamientos.
El que dice: "Yo lo conozco", pero no cumple sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él.
Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado a su plenitud,
y precisamente en esto conocemos que estamos unidos a él.
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Aclamación antes del Evangelio: Cf. Lc 24, 32
R.
Aleluya, aleluya.
Señor Jesús, haz que comprendamos la Sagrada Escritura.
Enciende nuestro corazón mientras nos hablas.
R. Aleluya.
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Evangelio: Lc 24, 35-48
Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles,
les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.

Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes".
Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma.
Pero él les dijo: "No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior?
Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona.
Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo".

Y les mostró las manos y los pies.
Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?"
Le ofrecieron un trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.

Después les dijo: "Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes:
que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos".


Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo:
"Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día,
y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén,
la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto"

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TOB - 2do Domingo de Pascua - Abriendo nuestras Puertas - Jn 20, 19-31


El miedo a lo que otros nos pueden hacer tiende a encerrarnos en nosotros mismos, a construir castillos y puertas más fuertes y a aislarnos más de los otros. 

Nos retiramos de las personas que nos hacen sentir incómodas y nos volvemos duros y lentos para abrirnos a quienes nos crítican y nos juzgan. Dudamos en  compartir nuestras ideas y planes con los que pensamos que no soportan tonterías. 

Casi siempre, el miedo a los demás nos puede retraer y encerrar en nosotros mismos atrofiando nuestro crecimiento. 


Los discípulos, que por el miedo de las autoridades judías se han encerrado en una habitación, se quedan allí a pesar de que una emocionada María Magdalena les anuncia que la tumba donde enterraron al Señor está vacía y que ellas lo han visto. 


Nada parece suficiente para superar su miedo. 
¿Piensan que les harían lo que hicieron a Jesús?

El miedo los auto-exilia en un escondite que parece seguro. Cuando el mismo Señor resucitado se les aparece a puertas cerradas, los saluda, se les acerca y les ayuda a superar su miedo todo cambia


Jesús los llenó de una nueva energía al soplar sobre ellos el Espíritu Santo. Reanima su esperanza y los libera de su miedo; y más aún, los envía a todo el mundo y les confía su misión. "Como el Padre me envió, también yo los envío", dijo. 

Por el poder del Espíritu vuelven a la vida y salen de su auto impuesta prisión a testimoniar al Señor resucitado. 

En los Hechos de Los Apóstoles, Lucas comparte la imagen de los discípulos reunidos, con miedo pero juntos. Describe una comunidad de creyentes, la iglesia, dando testimonio de la resurrección tanto de palabra como por la calidad de su vida.

Para los discípulos de hoy 
También a nosotros nos puede pasar lo que a los primeros discípulos, auto encerrarnos en nosotros mismos, a merced de los "golpes y flechas de la insultante fortuna" que debilita nuestro seguimiento comprometido del Señor. Como ellos, podemos caer en la tentación y renunciar a vivir profundamente nuestra fe. La auto conservación puede impedirnos hacer lo que somos capaces de hacer con ayuda del Señor. 

Las antiguas heridas que llevamos, las iniciativas que fracasaron hacen que dudemos en volver a intentarlo. Incluso cuando alguien parece lleno de entusiasmo y esperanza, como María Magdalena y nos propone hacer algo juntos, nos encogemos de hombros y les dejamos seguir adelante mientras que nosotros nos quedamos atrás para estar a salvo. 

El Evangelio nos indica una manera de salir de nuestro encierro autoimpuesto. Si la experiencia de la Magdalena no nos impacta, el Señor encontrará otro modo de entrar en nuestras vidas, llenarnos de nueva vida y energía para su servicio. No hay puertas ni corazones cerrados que puedan mantenerlo fuera, Él va a entrar al lugar de nuestro retiro para remover lo que no nos deja salir. 

Él solo necesita un poco de apertura de nuestra parte; aunque sea algún deseo de convertirnos en lo que estamos llamados a ser. El Señor resucitado siempre re-crea y nos renovará con su amor. Pascua es un tiempo para celebrar esa buena noticia.

Los discípulos no reaccionaron ante el entusiasmo esperanzador de María Magdalena que había visto al Señor. 

También Tomás estaba inconmovible e impasible ante el testimonio de los discípulos que le dijeron que también habían visto al Señor. Tomás era una tuerca aún más difícil de ajustar o aflojar que los otros discípulos. Era una de esas personas que insisten en que se cumplan determinadas condiciones antes de hacer un movimiento, "Si no veo, no creo."  Tal como lo hizo con los otros discípulos, el Señor se revela a Tomás en sus propios términos, se acomoda a las exigencias de Tomás y le dice: "Pon tu dedo aquí." Tomás, desarmado, cae en adoración; su miedo y duda chocan con una infinita comprensión y acogida.

El evangelio nos recuerda que el Señor nos encontrará donde quiera que estemos, aunque dudemos o nos escondamos. Él toma en serio todos nuestros temores y dudas y a pesar de ellas quiere revelarse para fortalecernos y enviarnos. Jesús actúa en nuestro propio terreno, sin importar que clase de terreno sea. Allí nos dirá la palabra adecuada según nuestro estado personal de mente y corazón. 

No tenemos que entrar en ningún lugar especial para que el Señor participe en nuestra vida, en nuestra historia. Él nos encuentra donde estemos, aún en el miedo o en la duda. En este tiempo de Pascua, oremos pidiendo apertura para recibir al Señor que viene a nosotros en las circunstancias concretas de nuestras propias vidas. Pidamos para que también nosotros podamos decir con Tomás: "¡Señor mío y Dios mío". Oremos también para que, como el Señor, recibamos a los demás donde están, en vez de hacerlo desde donde nos gustaría que fueran.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - Ciclo B
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Primera lectura: Hch 4, 32-35
La multitud de los que habían creído tenía un solo corazón y una sola alma; todo lo poseían en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenía.
Con grandes muestras de poder, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y todos gozaban de gran estimación entre el pueblo. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían terrenos o casas, los vendían, llevaban el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles, y luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.
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Salmo Responsorial: Salmo 117, 2-4. 16ab -15. 22-24
Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna”. 
Diga la casa de Aarón: “Su misericordia es eterna”.
Digan los que temen al Señor: “Su misericordia es eterna”.
R. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.
La diestra del Señor es poderosa, 
la diestra del Señor es nuestro orgullo.
No moriré, continuaré viviendo
para contar lo que el Señor ha hecho.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me abandonó a la muerte.
R. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.
La piedra que desecharon los constructores,
es ahora la piedra angular.
Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente.
Este es el día de triunfo del Señor: día de júbilo y de gozo.
R. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.
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Segunda lectura: 1 Jn 5, 1-6
Queridos hermanos: Todo el que cree que Jesús es el Mesías, ha nacido de Dios; todo el que ama a un padre, ama también a los hijos de éste. Conocemos que amamos a los hijos de Dios en que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos, pues el amor de Dios consiste en que cumplamos sus preceptos. Y sus mandamientos no son pesados, porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Y nuestra fe es la que nos ha dado la victoria sobre el mundo. Porque, ¿quién es el que vence al mundo? Sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios.
Jesucristo es el que vino por medio del agua y de la sangre; él vino, no sólo con agua, sino con agua y con sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
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Aclamación antes del Evangelio: Jn 20, 29

R. Aleluya, aleluya.
Tomás, tú crees porque me has visto.
Dichosos los que creen sin haberme visto, dice el Señor.
R. Aleluya.
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Evangelio: Jn 20, 19-31
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.
De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.
Otros muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.
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