esos recuerdos pueden dañarnos o dañar a otros.
Puede ser que recordemos no haber hecho algo
que podríamos haber hecho y que aunque quisimos no lo hicimos.
las experiencias de fracaso personal pueden parecer
tan pesadas y difíciles de superar que debemos luchar mucho
para liberarnos de ellas y seguir adelante.
Su peso puede chupar nuestras energías.
Muchas veces nos vemos volviendo a ellas una y otra vez.
deben haberse sentido así antes, durante y después de la crucifixión de Jesús.
Antes, todos habían abandonado a Jesús. El Viernes Santo, su estado de ánimo estaba muy bajo y gris, de profundo pesar.
Luego de su muerte, deben haber sentido que su relación con Jesús había terminado.
En el Evangelio de hoy, las primeras palabras de Jesús resucitado a sus discípulos son: 'La paz esté con ustedes'.
Con estas palabras, los discípulos experimentan el perdón del Señor.
Este fue el regalo del Señor resucitado para ellos.
A veces, el perdón puede ser un regalo difícil de aceptar, dudamos si verdaderamente estamos perdonados.
Pero cuando Jesús dijo: 'La paz esté con ustedes', respondieron con miedo, pensando que estaban viendo un fantasma.
Este Jesús resucitado les pregunta: "¿Por qué están tan nerviosos, y por qué dudan en sus corazones?"
les tomó algo de tiempo darse cuenta que estaban perdonados.
Tuvieron que trabajar sus propias dudas y temores, y es sólo después de que ellos aceptan el regalo del perdón y lo creen,
son enviados como mensajeros del perdón del Señor a los demás.
Cuando el Señor resucitado está seguro que han aceptado el perdón
les encargar predicar a todas las naciones
el arrepentimiento sanador para el perdón de los pecados.
El perdón a los pecadores es tarea principal,
es la buena nueva del amor misericordioso de Dios.
Esto es lo que hace Pedro en primera lectura.
Él declara al pueblo de Jerusalén que,
aunque lo habían entregado a Pilato,
el perdón de Dios estaba disponible para ellos
si se volvían a Dios creyendo en Jesús.
La iglesia, fiel a la misión confiada a los discípulos proclamó a lo largo de los siglos
la buena noticia de que el perdón de Dios es más fuerte que el pecado humano.
Al resucitar a Jesús de entre los muertos y al mandarlo a los que lo habían rechazado y fallado,
Dios declara que él puede levantar a cualquiera de sus pecados.
El Jesús resucitado revela un Dios perdonador y fiel. La segunda lectura lo dice con claridad:
‘Si alguno peca, tenemos un abogado ante el Padre: a Jesucristo, que es justo'.
que nos llega con el Señor resucitado,
debemos reconocer primero que necesitamos ese regalo.
La verdad es que siempre necesitamos el don del perdón de Dios.
y el pedirle a Dios el don del perdón.
En la primera lectura,
Pedro llama a la gente de Jerusalén a arrepentirse
y volverse a Dios para que sus pecados les sean borrados.
y pedirlo directamente.
El Señor resucitado nos dice al corazón: "La paz esté con ustedes".
Las palabras de la absolución incluyen la oración, 'a través del ministerio de la iglesia que Dios te conceda el perdón y la paz'.
la presencia de un Dios que perdona y es siempre fiel.
Compartimos con los demás
el don que hemos recibido y aceptado del Señor.
Esto no siempre es fácil.
Si como dice el dicho: "errar es humano, perdonar es divino", entonces necesitamos ayuda divina para hacer lo que es divino.
llena mi corazón y enciende en mí el fuego de tu amor».
especialmente en los momentos en que nos encontramos luchando
por transmitir a los demás el don del perdón que continuamos recibiendo de parte del Señor.
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Lecturas
en Lenguaje Latinoamericano – TOB – 3er. Domingo de Pascua
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Primera lectura: Hch
3, 13-15. 17-19
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "El Dios de Abraham, de
Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres,
ha glorificado a su siervo Jesús,
a quien ustedes entregaron a Pilato,
y a quien rechazaron en su presencia,
cuando él ya había decidido ponerlo en libertad.
Rechazaron al santo, al justo,
y pidieron el indulto de un asesino; han dado muerte al autor de la vida,
pero
Dios lo resucitó de entre los muertos y de ello nosotros somos testigos.
Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia, de la misma
manera que sus jefes;
pero Dios cumplió así lo que había predicho por boca de
los profetas: que su Mesías tenía que padecer.
Por lo tanto, arrepiéntanse y
conviértanse, para que se les perdonen sus pecados".
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Salmo Responsorial: Salmo 4, 2. 7. 9 (7ª)
Tú que conoces lo justo de mi causa,
Señor, responde a mi clamor.
Tú que me has sacado con bien de mis angustias,
apiádate y escucha mi oración.
R. En ti, señor, confío. Aleluya.
Admirable en bondad
ha sido el Señor para conmigo,
y siempre que lo invoco me ha escuchado;
por eso en él confío.
R. En ti, señor, confío. Aleluya.
En paz, Señor, me acuesto
y duermo en paz,
pues sólo tú, Señor,
eres mi tranquilidad.
R. En ti, señor, confío. Aleluya.
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Segunda lectura: 1 Jn
2, 1-5ª
Hijitos míos: Les escribo esto para que no pequen.
Pero, si alguien peca,
tenemos como intercesor ante el Padre, a Jesucristo, el justo.
Porque él se
ofreció como víctima de expiación por nuestros pecados, y no sólo por los
nuestros, sino por los del mundo entero.
En esto tenemos una prueba de que conocemos a Dios, en que cumplimos sus
mandamientos.
El que dice: "Yo lo conozco", pero no cumple sus
mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él.
Pero en aquel que
cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado a su plenitud,
y precisamente en
esto conocemos que estamos unidos a él.
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Aclamación antes del
Evangelio: Cf. Lc 24, 32
R. Aleluya, aleluya.
Señor Jesús, haz que comprendamos la Sagrada Escritura.
Enciende nuestro corazón mientras nos hablas.
R. Aleluya.
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Evangelio: Lc 24,
35-48
Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban
reunidos los apóstoles,
les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo
habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les
dijo: "La paz esté con ustedes".
Ellos, desconcertados y llenos de
temor, creían ver un fantasma.
Pero él les dijo: "No teman; soy yo. ¿Por
qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior?
Miren mis manos y mis
pies. Soy yo en persona.
Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne
ni huesos, como ven que tengo yo".
Y les mostró las manos y los pies.
Pero
como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo:
"¿Tienen aquí algo de comer?"
Le ofrecieron un trozo de pescado
asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.
Después les dijo: "Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo,
cuando aún estaba con ustedes:
que tenía que cumplirse todo lo que estaba
escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos".
Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les
dijo:
"Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar
de entre los muertos al tercer día,
y que en su nombre se había de predicar a
todas las naciones, comenzando por Jerusalén,
la necesidad de volverse a Dios
para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto"
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