El ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades.
R. Dichoso el pueblo escogido por Dios.
La palabra del Señor hizo los cielos y su aliento, sus astros;
pues el Señor habló y fue hecho todo; lo mandó con su voz y surgió el orbe.
R. Dichoso el pueblo escogido por Dios.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen en su bondad confían;
los salva de la muerte y en épocas de hambres les da vida.
R. Dichoso el pueblo escogido por Dios.
En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestra amparo.
Muéstrate bondadoso con nosotros, Puesto que en ti, Señor, hemos confiado.
R. Dichoso el pueblo escogido por Dios.
El mismo Espíritu Santo, a una con nuestro propio espíritu,
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Al Dios que es, que era y que vendrá.
R. Aleluya.
y subieron al monte en el que Jesús los había citado.
Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban.
y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo".
La presencia de Dios
"Todo cuanto hay en el ciclo está sostenido por la mano de Dios y todo lo que hay en la tierra se encierra en su puño. Pero la palabra de Dios, aunque aprovecha para la recta inteligencia de la fe, tiene, con todo, una mayor significación cuando se medita con el entendimiento que cuando se percibe con el oído, pues el ciclo, encerrado en la palma de su mano, es, a su vez, el trono de Dios, y la tierra misma, que se contiene en su puño, es el escabel de sus pies. Cuando se habla del trono y del escabel, no podemos entender la extensión de una forma corpórea en la posición de quien está sentado, pues lo mismo que le sirve de trono y de escabel, lo abarca aquella misma potente infinitud al encerrarlo en la palma y el puño, sino que con la comparación sacada de todas estas criaturas se ha de reconocer a Dios como inmanente y trascendente a ellas, lo que más las sobrepasa y lo que les es más interior, a la vez, lo que todo lo abarca y todo lo penetra. Con la palma de la mano y el puño con que todo lo contiene se muestra su poder sobre la naturaleza exterior, y el trono y el escabel manifiestan que las cosas exteriores están sometidas a aquel que está dentro de ellas, pues Dios está dentro de las cosas exteriores a él y a la vez encierra desde fuera todas las cosas interiores. Y así, él mismo en su totalidad abarca todo lo que está dentro y fuera de él; como infinito, no está lejos de nada, ni nada hay que no esté dentro de él, ya que es infinito.
Con estos piadosos pensamientos acerca de Dios se deleitaba mi alma, ocupada en el esfuerzo por alcanzar lo verdadero. Y no consideraba nada como digno de Dios, a no ser el decir que él está más allá de nuestra posibilidad de conocimiento de las cosas, de modo que en la misma medida en que la mente infinita se extienda hasta el límite de alguna idea, aunque sea sólo una conjetura, igualmente la infinitud de la eternidad sin límites será superior a toda infinitud de la naturaleza que pretenda abarcarla. Y aunque nosotros podamos con reverencia entenderlo, nos lo confirma de modo manifiesto e! profeta, cuando dice: ¿Adonde iré lejos de tu espíritu o adónde huiré de tu semblante? Si subiera al cielo, tú estás allí; si bajara al infierno, allí estás presente; si tomara mis plumas antes de la aurora y habitara en el extremo del mar, también allá me llevaría tu mano y me sostendría tu diestra (Sab 138,7-10). No hay ningún lugar sin Dios ni ninguno en que no esté Dios. Está en los cielos, está en el infierno, está más allá de los mares. Está dentro de todo como algo interior, todo lo trasciende como exterior. Del mismo modo que contiene es contenido; no hay ninguna cosa en la que esté sin estar en todas."
S. Hilario de Poitiers, La Trinidad, 1: 6.
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Oración:
Oh, Dios, ¿qué sería de nosotros sin tus amorosas atenciones?
Ayúdanos a entender cuán pequeños y pobres somos cuando no reconocemos tu majestad infinita.
Danos aquella sabiduría que nos haga siempre humildes ante a ti y a los demás, de modo que imitemos a tu Hijo,
que se humilló a sí mismo asumiendo nuestra condición humana en todo menos en el pecado,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos,
amén.
De Ateneo Pontificio "Regina Apostolorum"
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