sábado, 13 de enero de 2024

TOB - 4to. Domingo - camino a la unidad - Mc 1, 21-28

Primera lectura: Dt 18, 15-20: Yo haré surgir en medio de sus hermanos un profeta como tú. 
Salmo Responsorial: Salmo 94, 1-2. 6-7. 8-9: R. Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Segunda Lectura: 1 Cor 7, 32-35: Yo quisiera que ustedes vivieran sin preocupaciones.
Aclamación antes del Evangelio: Mt 4, 16: El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz.
Evangelio: Mc 1, 21-28: "¡Cállate y sal de él!"
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En el Evangelio, vemos que Jesús "enseña con autoridad, y no como los escribas". Nuestro conocimiento de Dios nos llega sobre todo de Jesús, 
nos dice que también el Padre nos conoce muy bien.
Si prestamos atención a su evangelio y hacemos tiempo para leer la Biblia, nuestras ideas acerca de Dios serán mucho más claras.
Además de la Biblia, tenemos la guía del Espíritu de Cristo, 
quien nos ayuda a orar, reflexionar y nos lleva para estar en la presencia de Dios.
Para ayudarnos a aplicar el mensaje de Jesús a cuestiones prácticas en la vida, tenemos la catequesis de la Iglesia, guiada por su Espíritu.

El propósito de la autoridad entre los cristianos es mantener viva 
la palabra del Señor en la comunidad, para que nos recordemos lo que Jesús dijo, y todavía dice, a nosotros sus seguidores. Su palabra es nuestra máxima autoridad. Cristo ejerce la autoridad no para oprimir, sino para liberar. 
Al expulsar demonios libera a los oprimidos. Sin embargo, si la autoridad 
en la Iglesia no está impregnada de la vitalidad de Jesús, le falta entonces la autoridad profética de Cristo mismo, que es el Camino, la Verdad y la Vida.

Por él, en fe y lealtad, podemos saber con certeza lo que Dios el Padre espera de nosotros, 
y lo que debemos hacer para obtener la vida eterna. 
Solo necesitamos una cosa: estar dispuestos a emprender lo que sea que él nos muestre, sin importar cuán difícil sea.
Entonces seré enviado con su autoridad. 
Si Cristo es la Palabra más completa de Dios para nosotros, no podemos tener reservas para hacer lo que él dice. 

Jesús fue reconocido como una persona de autoridad por la palabra que él habló y el impacto positivo de esa palabra en los demás.
Los creyentes que reconocen esta autoridad se hacen eco en la profecía de Is. 9, 1-2, parafraseada en Mt. 4, 16:
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció.
En última instancia, su autoridad estaba enraizada en Dios, en el Espíritu de Dios que descendió sobre él en su bautismo.
Creer en Jesús es creer en quién lo envióes creer que Él mismo dejó su espíritu para guiar a los creyentes.
Las primeras palabras públicas que pronunció después de su bautismo fueron: "el reino de Dios, el poder de Dios, está cerca." 
El poder liberador y vivificante de Dios estaba trabajando a través de él, 
y, por lo tanto, fue reconocido por otros como como uno con verdadera autoridad. 
El poder del amor de Dios trabajando a través de él le dio esa autoridad que la gente encontró tan atractiva y tan nueva.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - TOB - 4to Domingo
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Primera lectura: Dt 18, 15-20
En aquellos días, habló Moisés al pueblo, diciendo: 
"El Señor Dios hará surgir en medio de ustedes, 
entre sus hermanos, un profeta como yo. A él lo escucharán.

Eso es lo que pidieron al Señor, su Dios, 
cuando estaban reunidos en el monte Horeb: 
'No queremos volver a oír la voz del Señor nuestro Dios, 
ni volver a ver otra vez ese gran fuego; pues no queremos morir'.

El Señor me respondió: 'Está bien lo que han dicho. 
Yo haré surgir en medio de sus hermanos un profeta como tú. 
Pondré mis palabras en su boca y él dirá lo que le mande yo. 
A quien no escuche las palabras que él pronuncie en mi nombre, 
yo le pediré cuentas. 
Pero el profeta que se atreva a decir en mi nombre 
lo que yo no le haya mandado, 
o hable en nombre de otros dioses, será reo de muerte' ".
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Salmo Responsorial: Salmo 94, 1-2. 6-7. 8-9
Vengan, lancemos vivas al Señor, 
aclamemos al Dios que nos salva.
Acerquémonos a él, llenos de júbilo, y démosle gracias.
R. Señor, que no seamos sordos a tu voz.

 Vengan, y puestos de rodillas, 
adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo,
pues él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo; 
él es nuestro pastor y nosotros, sus ovejas.
R. Señor, que no seamos sordos a tu voz.

 Hagámosle casa al Señor, que nos dice: 
"No endurezcan su corazón,
como el día de la rebelión en el desierto, 
cuando sus padres dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras".
R. Señor, que no seamos sordos a tu voz.
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Segunda Lectura: 1 Cor 7, 32-35
Hermanos: Yo quisiera que ustedes vivieran sin preocupaciones.
El hombre soltero se preocupa de las cosas del Señor y de cómo agradarle;
en cambio, el hombre casado se preocupa de las cosas de esta vida y de cómo agradarle a su esposa,
y por eso tiene dividido el corazón.
En la misma forma, la mujer que ya no tiene marido y la soltera
se preocupan de las cosas del Señor y se pueden dedicar a él en cuerpo y alma.
Por el contrario, la mujer casada se preocupa de las cosas de esta vida y de cómo agradarle a su esposo.

Les digo todo esto para bien de ustedes.
Se lo digo, no para ponerles una trampa, sino para que puedan vivir constantemente y sin distracciones
en presencia del Señor, tal como conviene.
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Aclamación antes del Evangelio: Mt 4, 16
R.
Aleluya, aleluya.
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz.
Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mc 1, 21-28
En aquel tiempo, se hallaba Jesús a Cafarnaúm 
y el sábado siguiente fue a la sinagoga y se puso a enseñar.

Los oyentes quedaron asombrados de sus palabras, 
pues enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.

Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar:
"¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios". 
Jesús le ordenó: "¡Cállate y sal de él!" El espíritu inmundo, sacudiendo al hombre con violencia y dando un alarido, salió de él.

Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: "¿Qué es esto?
¿Qué nueva doctrina es ésta? 
Este hombre tiene autoridad
para mandar hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen".
Y muy pronto se extendió su fama por toda Galilea.

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Oración de San Hilario
"Haz, Señor que me mantenga siempre fiel
a lo que profesé en el símbolo de mi regeneración,
cuando fui bautizado en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo.

Que te adore, Padre nuestro,
y juntamente contigo a tu Hijo;
que sea merecedor de tu Espíritu Santo,
que procede de ti a través de tu Unigénito. Amén."

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