sábado, 27 de febrero de 2021

TOB - 3er Domingo de Cuaresma - En tres días lo levantaré - Jn 2, 13-25

Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré

Éx 20,1-17: La Ley se dio por medio de Moisés
Salmo 18: Señor, tú tienes palabras de vida eterna
1Cor 1,22-25: Predicamos a Cristo crucificado, sabiduría de Dios
Jn 2,13-25: Destruyan este templo y en tres días lo levantaré

San Juan coloca la manifestación mesiánica de Jesús al comienzo de su actividad pública, los pone tres veces en el contexto de una fiesta de Pascua en Jerusalén. 
Juan encuadra la actividad pública de Jesús en el tiempo religioso de  “los judíos”.  

El tres simboliza el poder de lo novedoso que viene: 

1- Jesús trae una nueva Alianza.  
2- El tiempo del Reino inaugura una fiesta nueva y constante.
3- A los tiempos de las fiestas judías se contrapone un tiempo fuera de lo común y alternativo. 


La revelación mesiánica de Jesús enfrenta al poder del templo, símbolo de las instituciones, la gloria y el poder de la nación judía. Con Jesús comienza una nueva identidad. 

Esta tensión se reafirma en el uso del conocido símbolo del “látigo con cuerdas” o “el látigo del Mesías” que significa la violencia de la era mesiánica que comienza. 


Jesús usa el “látigo” para resaltar su identidad y el proyecto que encarna.
A latigazos arroja fuera del templo los animales vendidos para los sacrificios. 


Estos animales y sus potenciales compradores ricos son arrojados fuera del horizonte del nuevo proyecto mesiánico-profético. Para los ricos, el sacrificio era el momento cumbre. Jesús declara la invalidez del culto de los ricos. 

Igual que los profetas de antes, Jesús denuncia «el culto que encubre la injusticia», declara infame «la injusticia del culto mismo», por ser explotador, pero sobre todo «por ser la legitimación religiosa de la injusticia y del crimen». No quiere reformar del culto, sino abolirlo.

Los bueyes eran símbolo del poder de la sociedad tributaria-monárquica. 
El primer rey de Israel salió del “grupo de campesinos propietarios de bueyes”. Latifundistas, bueyes y sacrificios en el templo eran parte de un solo proyecto. 
Al dios Baal de los agricultores cananeos lo representaba un buey. 

Agricultura y ganadería desarrollan su propio dios y su propio culto. Estos ricos eran aliados de Herodes y afirmaban su poder, y él, en retribución, la riqueza de su templo. Por eso, desde la reforma de Josías, el templo estaba lleno de bueyes.  

Las ovejas representan al pueblo, encerrado y condenado al sacrificio por dirigentes que los explotan y asesinan, viven a costa del rebaño pero lo sacrifican y destruyen. Jesús quiere rescatar al pueblo, la verdadera víctima del culto. 
Al esperar la utopía del Reino, la agitación del primer siglo hizo pensar a muchos grupos judíos que la hora estaba cerca. 

Para los zelotas era hora de tomar las armas contra los romanos e instaurar el reino de Dios, donde el templo y su personal estén libres de todo imperio. 


Con ayuda de las autoridades romanas, los saduceos buscaban mantener como mejor podían el culto del templo. 


Los esenios también estaban listos para tomar las armas por el Reino, pero se retiraron al desierto a esperar el momento oportuno (kairós) ya que el templo estaba en manos ilegítimas. 


Para los fariseos, la llegada del Reino debía acabar con el dominio romano y restaurar la autonomía del templo, no entraron a ninguna guerrilla sino que se dedicaron a la más riguroso observancia de la ley.

El templo de Jerusalén fue uno de los mayores bancos antiguos donde los poderosos depositaban sus tesoros por la inmunidad que les daba su carácter sagrado. 

Todo varón judío mayor de 21 años pagaba un tributo anual al templo, muchos donativos en dinero terminaban en el tesoro del templo.
 Estos tributos y donativos no se pagaban con monedas con la efigie idolátrica del césar, sino con monedas propias acuñadas por el templo. Los contribuyentes cambiaban sus monedas por las del templo y los cambistas cobraban su comisión; ellos eran “el sistema financiero” de la época. Jesús rechaza el culto injusto de los poderosos al desparramar las monedas de los cambistas y echar fuera con toda su mercancía a los vendedores de palomas.

Las palomas eran animales sacrificiales menores con que los pobres ofrecían su culto a Yahvé. El  que sus vendedores sean los únicos a quienes Jesús se dirige y a los que hace responsables de la corrupción del templo, indica la enorme preocupación de su Padre por la suerte de los pobres y su enojo con quienes hacen negocio con su pobreza. Jesús se dirige a los vendedores mismos acusándolos de explotar a los pobres por medio del culto, del impuesto, y del fraude de lo sagrado.


El culto daba enormes riquezas a la ciudad y a los comerciantes,
sostenía a la nobleza sacerdotal, al clero y a los empleados. 

El templo es “casa del mercado”, y allí el dios es el dinero. 
- Tirando sus mesas y monedas Jesús ataca el tributo al templo. Junto con sus discípulos van a desenmascarar y a oponerse al injusto sistema económico, ideológico y religioso que representa el templo de Israel, ese que explota económicamente al pueblo. 
- Llamando a Dios mi Padre, Jesús lo saca del sistema religioso del templo. 
Su relación con Dios no es religiosa sino familiar, esa es la casa familiar. 
Esa familiaridad le da el derecho para actuar en nombre de su padre.
Lo hace con firmeza y autoridad porque en la casa del Padre no puede haber ni comercio, ni injusticia  ni explotación. 
La casa-familia acoge al que necesite amor, intimidad, confianza, afecto. 

Frente al poder de Herodes (46 años para construir el templo) 
surge el poder amoroso e inclusivo del resucitado (3 días con su propio cuerpo). 
Jesús da un paso más radical al proponerse él mismo como santuario de Dios-Padre. 

El Reino de Dios no quiere templos sino cuerpos vivos. 
En los santuarios de Dios brilla su presencia y su amor, si viven dignamente. 
Jesús restaura la humanidad a partir del principio de la vida humana en cuerpos que viven con dignidad. 
Sobre esta base es posible soñar y construir otra manera de vivir y otra manera de creer.



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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano, 3ra de Cuasresma - B


1ra. Lectura: Éxodo 20, 1-17. La Ley se dio por medio de Moisés
Dios pronunció las siguientes palabras: —
Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. 
- No tendrás otros dioses aparte de mí.
- No te harás una imagen, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo,
  abajo en la tierra o en el agua bajo tierra.
- No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios,
  soy un Dios celoso: castigo la culpa de los padres en los hijos, nietos y bisnietos
  cuando me aborrecen; pero actúo con lealtad por mil generaciones
  cuando me aman y guardan mis preceptos.

- No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso.
  Porque el Señor no dejará sin castigo a quien pronuncie su nombre en falso.

- Fíjate en el sábado para santificarlo. Durante seis días trabaja y haz tus tareas,
  pero el día séptimo es un día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios:
  no harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava,
  ni tu ganado, ni el emigrante que viva en tus ciudades.
  Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra y el mar y lo que hay en ellos,
  y el séptimo descansó; por eso el Señor bendijo el sábado y lo santificó.

- Honra a tu padre y a tu madre; así prolongarás tu vida en la tierra
  que el Señor, tu Dios, te va a dar.

- No matarás.
- No cometerás adulterio.
- No robarás.
- No darás testimonio falso contra tu prójimo.

- No codiciarás los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava,
  ni su toro, ni su asno, ni nada que sea de él.



Salmo responsorial: 18 / R/. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; 
el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante.
R/. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; 
la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.
R/. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; 
los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
R/. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
Más preciosos que el oro, más que el oro fino; 
más dulces que la miel de un panal que destila.
R/. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.



1Cor 1, 22-25. Predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los hombres, pero, para los llamados, sabiduría de Dios
Hermanos: Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero, para los llamados -judíos o griegos-, un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.


Juan 2,13-25. Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas,
y a los cambistas sentados;
y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes;
y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas;
y a los que vendían palomas les dijo:
"Quiten esto de aquí;
no conviertan en un mercado la casa de mi Padre."
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito:
"El celo de tu casa me devora."
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
"¿Qué signos nos muestras para obrar así?"
Jesús contestó:
"Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré."
Los judíos replicaron:
"Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?"
Pero hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos,
los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía;
pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos
y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

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