viernes, 15 de noviembre de 2024

TOB - 34vo. Domingo - Rey de Justicia, Amor y Paz - Jn 18, 33-37, Fiesta de Cristo Rey

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Primera lectura: Dn 7, 13-14  / Salmo Responsorial: Salmo 92, 1ab. 5 Segunda lectura: Apoc. 1, 5-8. 
Aclamación antes del Evangelio: Mc 11, 9. 10 Evangelio: Jn 18, 33-37 
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Pablo habla de Jesucristo al final de los tiempos entregando el reino a Dios el Padre.
El Prefacio de hoy repite esto, describiendo el reino de Cristo como uno
de verdad 
y vida, de santidad y gracia, de justicia. amor y paz.

Este ideal no debe ser simplemente una esperanza futura,
debemos trabajar más bien en el presente.
El reino es nuestra esperanza, pero también está entre nosotros,
en proceso de ser. Es a la vez utopía y realidad.

El evangelio nos dice cómo debemos hacer realidad plena
el reino de Dios entre nosotros, 
en el aquí y ahora. 
Lo hacemos presente cada vez que hacemos justicia al hambriento,
al sediento, al desnudo y al oprimido.

Actuar de esta manera es imitar al mismo Rey Pastor que vemos en los Evangelios
como alguien que rescata de situaciones de alienación, que alimenta,
da descanso, sana y fortalece. Entre sus últimas palabras
estaba una promesa al ladrón que estaba siendo crucificado a su lado,
que sería envuelto por el amor eterno de Dios, en el paraíso.

La mejor manera de honrar a Cristo nuestro Rey
es trabajar para hacer realidad su reino entre nosotros.
Todo lo que hacemos por el alivio de los débiles
y desfavorecidos es también un servicio a Cristo,
porque él se identifica personalmente
con las personas necesitadas.

El discípulo de Cristo Rey no puede permitirse el lujo
de mantenerse cómodo, viviendo sólo para sí mismo
pensando: "Bueno, le hago daño a nadie".

No puede ser sordo al llanto del prójimo necesitado
porque eso es cerrar nuestros oídos a Cristo.
Ser ciego a la angustia del moribundo es cerrarle los ojos.
Si seguimos a Jesucristo como nuestro Rey Pastor,
de alguna manera debemos ser pastores nosotros mismos,
por su causa, obedeciendo su mandato.


Si la justicia de Dios operara realmente en nuestro mundo,
traería paz entre las naciones y entre los individuos. 

Jesús nos dice que:
"El reino de Dios no viene para ser visto y admirado, no crean cuando digan:
"Mira aquí está", o "Allí está", 
porque el reino de Dios está ya dentro de ustedes." (Lc 17, 20s).
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Lecturas en lenguaje Latinoamericano - Semana 34 TOB
Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo
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Primera Lectura: Dn 7, 13-14
Yo, Daniel, tuve una visión nocturna:
Vi a alguien semejante a un hijo de hombre,
que venía entre las nubes del cielo.

Avanzó hacia el anciano de muchos siglos
y fue introducido a su presencia.

Entonces recibió la soberanía, la gloria y el reino.
Y todos los pueblos y naciones
de todas las lenguas lo servían.

Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno,
y su reino jamás será destruido.
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Salmo Responsorial: Salmo 92, 1ab. 1c-2. 5

Tú eres, Señor, el rey de todos los reyes.
Estás revestido de poder y majestad.
R. Señor, tú eres nuestro rey.

Tú mantienes el orbe y no vacila.
Eres eterno, y para siempre está firme tu trono.
R. Señor, tú eres nuestro rey.

Muy dignas de confianza son tus leyes
y desde hoy y para siempre, Señor,
la santidad adorna tu templo.
R. Señor, tú eres nuestro rey.
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Segunda Lectura: Apoc 1, 5-8
Hermanos míos: Gracia y paz a ustedes, de parte de Jesucristo, el testigo fiel,
el primogénito de los muertos, el soberano de los reyes de la tierra;
aquel que nos amó y nos purificó de nuestros pecados con su sangre
y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre.

A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Miren: él viene entre las nubes, y todos lo verán,
aun aquellos que lo traspasaron.
Todos los pueblos de la tierra harán duelo por su causa.

“Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios,
el que es, el que era y el que ha de venir, el todopoderoso”.

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Aclamación antes del Evangelio: Mc 11, 9. 10
R. Aleluya, aleluya.
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
¡Bendito el reino que llega, el reino de nuestro padre David!
R. Aleluya.
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Evangelio: Jn 18, 33-37

En aquel tiempo, 
preguntó Pilato a Jesús:
“¿Eres tú el rey de los judíos?” 

Jesús le contestó:
“¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?” 

Pilato le respondió:
“¿Acaso soy yo judío?
Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí.
¿Qué es lo que has hecho?”

Jesús le contestó:
“Mi Reino no es de este mundo.
Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado
para que no cayera yo en manos de los judíos.
Pero mi Reino no es de aquí”.

Pilato le dijo: “¿Conque tú eres rey?” 

Jesús le contestó: “Tú lo has dicho. Soy rey.
Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad.
Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”.

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Segunda Reflexion:

Cuando Pablo habla del Final de los tiempos,
ve a Jesucristo entregando el reino a Dios Padre.
El Prefacio de hoy repite esto, describiendo el reino de Cristo 
como uno de verdad y vida, de santidad y gracia, de justicia. amor y paz.

"Así sometió a su poder a la creación entera, 
para entregarte, Padre santo,
el reino eterno y universal, reino de verdad y de vida,
reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz". 

Este ideal no es sólo una esperanza futura, es una invitación para trabajar constantemente en el presente. 
El reino es nuestra esperanza, pero también es nuestra realidad presente, de alguna manera también está ya en medio de nosotros, es un proceso dinámico que es y a su vez llegará a ser.

El evangelio nos dice cómo debemos promover la venida más plena del reino de Dios entre nosotros. El Reino llega siempre que se hace justicia para los hambrientos, los sedientos, los desnudos, los huérfanos y los oprimidos. Cuando actuamos de esta manera hacemos lo mismo que desearía que hagamos el Rey Pastor, el mismo que se presenta en nuestros Evangelios como alguien que nos rescata de situaciones de alienación, que nos alimenta, nos da descanso, nos sana y fortalece. 

Incluso al final de su vida, sus últimas palabras fueron una promesa para el ladrón crucificado a su lado, que sería envuelto por el amor eterno de Dios, en el paraíso.

La mejor manera de honrar a Cristo nuestro Rey es trabajar para hacer que su reino sea una realidad entre nosotros. Cualquier cosa que hagamos para aliviar a los desfavorecidos y desamparados es también un servicio a Cristo, porque se identifica personalmente con las personas necesitadas. 

El discípulo de Cristo Rey no puede permitirse el lujo de mantenerme cómodamente, alejado de los problemas siendo "Bueno pero pasivo, o sin meterse con nadie". El Cristiano no puede ser sordo a los gritos del prójimo necesitado porque estaría cerrando sus oídos a Cristo. No puede estar ciego a la angustia de los moribundos porque cerraría sus ojos a Cristo.

Si seguimos a Jesucristo como nuestro Rey-Pastor, también nosotros, de alguna manera debemos ser pastores para los que nos necesitan y los que tienen menos que nosotros, debemos velar por su bien.
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domingo, 3 de noviembre de 2024

TOB - 33vo Domingo - Cuando vuelva el Señor - Mc 13, 24-32

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Primera lectura: Dn 12, 1-3  / Salmo Responsorial: Salmo 15, 5 y 8. 9-10. 11 / Segunda lectura: Heb 10, 11-14. 18 
Aclamación antes del Evangelio: Lc 21, 36 Evangelio: Mc 13, 24-32 
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"Maranatha" es la transcripción griega de una expresión de origen arameo, compuesta por dos términos, maranâ thâ' maran 'athâ' que significa 'El Señor viene'. San Pablo la usa en su segunda carta a Los Corintios como una expresión de la esperanza de la Segunda Venida de Cristo. Por eso, un creyente debe esperar la venida del Señor de manera atenta y cuidadosa. Todos daremos cuenta de nuestras acciones y de lo que no hemos podido hacer.

Pero nuestra espera debe ser:
- Activa, despiertos y con las lámparas encendidas; esperando hasta el final. 
- Alegre, esperando con gozo al novio que ya viene para entrar al banquete de Bodas. Nuestra espera puede ser coloreada la alegría de la espera expectante. La expectativa es a menudo más placentera que la realización. Shakespeare decía: "todas las cosas que existen son perseguidas con más placer que disfrutadas".

- Esperanzada, porque esperamos al que luego de su único y final sacrificio, vive e intercede al Padre por nuestros pecados.
En él tenemos puesta nuestra confianza. Él viene a recompensar a los  que hemos permanecido fieles
y cuyos nombres ha escritos en el libro de la vida.

¿En el día final, cuál será mi propio destino? nadie lo sabe.
Pero Jesús quiere que estemos listos para encontrarnos con él, cada vez que venga.
Recibirlo una y otra vez, sobre todo en los más pobres, es lo que nos hace cristianos.
Así compartimos el mismo espíritu de sus primeros seguidores que dijeron "Maranatha" - "¡Ven, Señor nuestro!".
Estamos invitados a vivir aquí y ahora con conciencia de la eternidad,
viendo esta vida como una preparación para un sin fin. la vida con dios.

La segunda lectura nos ayuda a contemplar a Jesús, el “Hijo del Hombre”, como el nuevo Templo de Dios.
Él es el nuevo y definitivo lugar de encuentro entre Dios y el hombre. 
Las “piedras hermosas” de este Templo son los creyentes, 
“los elegidos de los cuatro vientos, desde el fin de la tierra hasta el fin del cielo” (1 Pe 2, 5). 

¿Qué tan listos estamos?
Nuestra fe nos dice que alguna generación en la historia experimentará la segunda venida de Cristo.
Incluso si la nuestra no es la generación que verá la segunda venida,
cada uno de nosotros debe enfrentar su propio último día, la muerte.
Para unos viene inesperada, de la nada, incluso a una edad temprana.
Para otros, será bastante predecible y seguirá el curso más natural del envejecimiento y el declive.
Por eso, debemos siempre preguntarnos: “¿Estoy listo y preparado? 
Cada decisión mía apunta en direcciones que pueden ser buenas o malas.
Si queremos sentirnos preparados, debemos apuntar siempre hacia las buenas.

Con el ajetreo de la vida es fácil olvidarse de la segunda venida de Cristo.
Preferimos ignorar nuestra mortalidad y postergar nuestra preparación para la muerte que todos debemos enfrentar. 

El final del capítulo 25 nos recuerda que El Señor invitará 
a los "que son bendecidos por mi Padre a heredar el reino preparado para ti desde la fundación del mundo.
Porque tenía hambre y tú me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, un extraño y me recibiste,
desnudo y me vestiste, enfermo y me cuidaste, en la cárcel y me visitaste"
Aunque no sabemos el día o la hora de la segunda venida de Cristo,
ni sabemos el día o la hora de nuestra propia muerte, se nos aconseja estar despierto y vigilantes. 
Sólo así evitaremos la dura respuesta del Señor: “Amén, te digo que no te conozco".

Si tenemos esa respuesta será por nuestra insensatez
y no por falta de misericordia o de justicia por parte del Señor.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - Semana 33 - TOB
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Primera lectura: Dn 12, 1-3 
En aquel tiempo, se levantará Miguel, el gran príncipe que defiende a tu pueblo.

Será aquél un tiempo de angustia, como no lo hubo desde el principio del mundo.
Entonces se salvará tu pueblo; todos aquellos que están escritos en el libro.
Muchos de los que duermen en el polvo, despertarán: unos para la vida eterna, otros para el eterno castigo.

Los guías sabios brillarán como el esplendor del firmamento, y los que enseñan a muchos la justicia,
resplandecerán como estrellas por toda la eternidad.
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Salmo Responsorial: Salmo 15, 5 y 8. 9-10. 11 (1)

El Señor es el parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos.
Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado, jamás tropezaré.
R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo,
porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción.
R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia
y de alegría perpetua junto a ti. 
R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
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Segunda lectura: Heb 10, 11-14. 18
Hermanos: En la antigua alianza los sacerdotes ofrecían en el templo, diariamente y de pie,
los mismos sacrificios, que no podían perdonar los pecados.
Cristo, en cambio, ofreció un solo sacrificio por los pecados
y se sentó para siempre a la derecha de Dios;
no le queda sino aguardar a que sus enemigos sean puestos bajo sus pies.
Así, con una sola ofrenda, hizo perfectos para siempre a los que ha santificado.
Porque una vez que los pecados han sido perdonados, ya no hacen falta más ofrendas por ellos.
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Aclamación antes del Evangelio: Lc 21, 36 R. Aleluya, aleluya.
Velen y oren, para que puedan presentarse sin temor ante el Hijo del hombre.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mc 13, 24-32 
E n aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Cuando lleguen aquellos días, después de la gran tribulación, 
la luz del sol se apagará, no brillará la luna, caerán del cielo 
las estrellas y el universo entero se conmoverá. 
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes 
con gran poder y majestad. Y él enviará a sus ángeles 
a congregar a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales 
y desde lo más profundo de la tierra a lo más alto del cielo.

Entiendan esto con el ejemplo de la higuera. Cuando las ramas 
se ponen tiernas y brotan las hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Así también, cuando vean ustedes que suceden 
estas cosas, sepan que el fin ya está cerca, ya está a la puerta. 

En verdad que no pasará esta generación sin que todo esto se cumpla. Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, 
pero mis palabras no dejarán de cumplirse. Nadie conoce el día ni la hora. Ni los ángeles del cielo ni el Hijo; solamente el Padre''.
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TOB - 32vo Domingo - Misericordia Quiero - Mc 12, 38-44

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Primera lectura: 1 Rey 17, 10-16 / Salmo Responsorial: Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10 / Segunda lectura: Heb 9, 24-28 / 
Aclamación antes del Evangelio: Mt 5, 3  / Evangelio: Mc 12, 38-44
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En algunos sectores de la Iglesia se ve un cierto desgano y apatía referente a la práctica sacramental,  la asistencia a misa, el interés por las vocaciones al sacerdocio y la vida religiosa, y hay un gran  dificultad para involucrar a los jóvenes en actividades de la Iglesia.
El catolicismo en el mundo desarrollado está en decadencia.
¿Cómo hacer de nuestra Iglesia un lugar más acogedor,
donde la gente se sienta más apreciada, cuidada y entendida?

El libro de los Reyes nos da una pista que es el regreso a la "Misericordia práctica" y no la "Misericordia predicada".

En el Libro de Reyes se habla de una viuda pobre que mostró misericordia en forma de compasión práctica, al compartir su última corteza con el profeta Elías.
¿Estaba ella practicando la fe? ¡claro que sí!
Ella no practicaba la religión cúltica sino que vivía la fe.

Está también la pobre mujer que llega al Templo y que contribuyó silenciosamente.
Se deshace de sus últimos ahorros para dejarse tocar por dios y confiar mejor en su divina providencia,
de ese modo hace que Dios sea adorado adecuada y verdaderamente.
¿Ella practica su fe a través de su generosidad.
El Evangelio nos recuerda quien se da todo su corazón a una buena causa
está siguiendo el ejemplo de Jesús, ya sea que estén conscientes de ello o no.
Ellos tienen la bendición de Dios y se les promete su recompensa.
Ella hizo lo mismo que Jesús espera de nosotros...
Tenía hambre y tú ... Si me das un vaso de agua en mi nombre ...

Nuestra noción de "católicos prácticos" debe incluir de alguna manera
a todos los que viven por estas cualidades de compasión y generosidad.
A aquellos que creen aunque no vivan la religión del mismo modo en que nosotros lo hacemos,
pero que sin embargo practican la fe movidos por la misericordia y la solidaridad con el más débil.
De hecho, participar en Misa y los compartir sacramentos solo se hacen genuinos
si nos impulsa a amar con misericordia y apertura. 
Hoy, en esta Eucaristía, volvemos a comprometernos a vivir la fe de maneras que realmente importan:
compartirnos y donarnos nosotros mismos como lo hizo Jesús, de "manera práctica", generosa y abierta.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano, Domingo 32, Ciclo B
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Primera lectura: 1 Rey 17, 10-16
En aquel tiempo, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta.
Al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí a una viuda que recogía leña.
La llamó y le dijo: "Tráeme, por favor, un poco de agua para beber".
Cuando ella se alejaba, el profeta le gritó: "Por favor, tráeme también un poco de pan".
Ella le respondió: "Te juro por el Señor, tu Dios, que no me queda ni un pedazo de pan;
tan sólo me queda un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en la vasija.
Ya ves que estaba recogiendo unos cuantos leños.
Voy a preparar un pan para mí y para mi hijo. Nos lo comeremos y luego moriremos".

Elías le dijo: "No temas. Anda y prepáralo como has dicho; pero primero haz un panecillo para mí y tráemelo.
Después lo harás para ti y para tu hijo, porque así dice el Señor de Israel:
'La tinaja de harina no se vaciará, la vasija de aceite no se agotará,
hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra'
".

Entonces ella se fue, hizo lo que el profeta le había dicho y comieron él, ella y el niño.
Y tal como había dicho el Señor por medio de Elías,
a partir de ese momento, ni la tinaja de harina se vació, ni la vasija de aceite se agotó.
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Salmo Responsorial: Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10 (1)
El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia al oprimido;
él proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo.
R. El Señor siempre es fiel a su palabra.
Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado.
Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado.
R. El Señor siempre es fiel a su palabra.
A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo.
Reina el Señor eternamente, reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos.
R. El Señor siempre es fiel a su palabra.
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Segunda lectura: Heb 9, 24-28
Hermanos: Cristo no entró en el santuario de la antigua alianza, construido por mano de hombres
y que sólo era figura del verdadero, sino en el cielo mismo, para estar ahora en la presencia de Dios,
intercediendo por nosotros.

En la antigua alianza, el sumo sacerdote entraba cada año en el santuario
para ofrecer una sangre que no era la suya;
pero Cristo no tuvo que ofrecerse una y otra vez a sí mismo en sacrificio,
porque en tal caso habría tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo.
De hecho, él se manifestó una sola vez, en el momento culminante de la historia,
para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.

Y así como está determinado que los hombres mueran una sola vez
y que después de la muerte venga el juicio,
así también Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos.
Al final se manifestará por segunda vez, pero ya no para quitar el pecado,
sino para salvación de aquellos que lo aguardan y en él tienen puesta su esperanza.
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Aclamación antes del Evangelio: Mt 5, 3 
R. Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mc 12, 38-44
En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y le decía:
"¡Cuidado con los escribas!
Les encanta pasearse con amplios ropajes
y recibir reverencias en las calles;
buscan los asientos de honor en las sinagogas
y los primeros puestos en los banquetes;
se echan sobre los bienes de las viudas
haciendo ostentación de largos rezos.
Éstos recibirán un castigo muy riguroso".

En una ocasión Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando cómo la gente echaba allí sus monedas.
Muchos ricos daban en abundancia. 
En esto, se acercó una viuda pobre
y echó dos moneditas de muy poco valor.

Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo:
"Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos.
Porque los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza ha echado todo lo que tenía para vivir".
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O bien: Mc 12, 41-44
En aquel tiempo, Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo,
mirando cómo la gente echaba allí sus monedas.
Muchos ricos daban en abundancia.
En esto, se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor.
Llamando entonces a sus discípulos,
Jesús les dijo: "Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos.
Porque los demás han echado de lo que les sobraba;
pero ésta, en su pobreza ha echado todo lo que tenía para vivir".
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TOB - 31vo Domingo, Amarás por completo - Mc 12, 28-34

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Primera lectura: Dt 6, 2-6  / Salmo Responsorial: Salmo 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 51ab / Segunda lectura: Heb 7, 23-28 / 
Aclamación antes del Evangelio: Jn 14, 23 / Evangelio: Mc 12, 28-34 
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El rabino Hillel fue un erudito de renombre,
con un gran número de seguidores en la época de Jesús.
Cuando se le preguntó: "¿Cuál es el mandamiento más grande?"
Hillel dio la famosa respuesta:
"Lo que odias por ti mismo, no lo hagas a tu prójimo.
Esta es toda la ley; el resto es un comentario ”.

En el evangelio de hoy se repiten los ideales que ya estaban claros
y eran conocidos en el Antiguo Testamento.

El mandato de "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente"
,
se grabó en el corazón de cada judío, es su oración central diaria.
Esta oración es el Shema. En hebreo "Shema" significa "Escucha".
"Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor".

Lo que es especial del Evangelio de hoy es cuando dice que el amor de Dios está íntimamente relacionado con el amor de los demás.
Cualquier afirmación de amar a Dios es ilusoria si no resulta en amar a otras personas, extendiéndose para abrazarlos como Dios lo hace.

Jesús vincula estrechamente el amor de Dios con el amor al prójimo, para formar conjuntamente el mandamiento más grande.
San Agustín dijo que debemos "Amar a Dios primero, y luego hacer lo que quieras",
lo que significa que si amamos a Dios adecuadamente, no podemos sino querer que otros compartan ese amor.
El cuarto evangelista, Juan, vio todo en la vida de Cristo en la tierra en términos de amor, y continuó predicando esto en su vejez.
Incluso declara que "cualquiera que diga: 'Yo amo a Dios' y odia a su hermano, es un mentiroso,
porque ¿cómo puede alguien que no ama al hermano que él puede ver, amar a Dios a quien nunca ha visto?"
(1 Jn 4:20).

Amar con todo el corazón es un desafío verdaderamente radical, en imitación de Cristo.
Pero es nuestra vocación cristiana. Porque creemos que la vida proviene de la muerte,
que la ganancia proviene de la pérdida, que la recepción proviene de la entrega
y que el mismo Jesús tuvo que morir para llegar a la plenitud de la vida.
Profesamos ser seguidores de alguien que hizo una completa ofrenda de sí mismo al Padre
y gastó sus energías y su tiempo al servicio de los demás, que regresó a su Padre sin ningún tipo de bienes terrenales.

Esto no implica que tengamos que recorrer exactamente el mismo camino que Cristo.
Lo que sí indica es que la entrega genuina a Dios no nos permite retirarnos a un paraíso de espiritualidad irreal.
Significa que si amamos a Dios, debemos preocuparnos por los demás, por los miembros de nuestra familia y comunidad.
Necesitamos elevarnos por encima de nuestro egoísmo
y darnos cuenta de que "hay mayor felicidad en dar que en recibir" (Hechos 20:35).

"El mundo está demasiado con nosotros"
, escribió William Wordsworth,
"tarde y pronto / obteniendo y gastando, desperdiciamos nuestros poderes".

Pasamos de esta manera, pero una vez, y mientras estamos en este viaje,
tenemos que hacer tanto bien  como podamos con nuestros poderes dados por Dios,
para servir a Dios y a los demás.
Siempre debemos tener presente la promesa de Jesús (Jn 15, 5):
"El que permanece en mí, y yo en el, da fruto en abundancia".

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Lecturas Bíblicas en lenguaje Latinoamericano, Domingo 31 - TOB
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Primera lectura: Dt 6, 2-6 
En aquellos días, habló Moisés al pueblo y le dijo:
"Teme al Señor, tu Dios, y guarda todos sus preceptos y mandatos que yo te transmito hoy, a ti, a tus hijos y a los hijos de tus hijos.
Cúmplelos y ponlos en práctica, para que seas feliz y te multipliques.
Así serás feliz, como ha dicho el Señor, el Dios de tus padres, y te multiplicarás en una tierra que mana leche y miel.

Escucha, Israel:
El Señor, nuestro Dios, es el único Señor;
amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas.
Graba en tu corazón los mandamientos que hoy te he transmitido".
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Salmo Responsorial: Salmo 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 51ab (2)

Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza, El Dios que me protege y me libera.
R. Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza.

Tú eres mi refugio, mi salvación, mi escudo, mi castillo.
Cuando invoqué al Señor de mi esperanza, al punto me libró de mi enemigo.
R. Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza.

Bendita seas, Señor, que me proteges; que tú, mi salvador, seas bendecido.
Tú concediste al rey grandes victorias y mostraste tu amor a tu elegido.
R. Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza.
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Segunda lectura: Heb 7, 23-28
Hermanos: Durante la antigua alianza hubo muchos sacerdotes, porque la muerte les impedía permanecer en su oficio.
En cambio, Jesucristo tiene un sacerdocio eterno, porque él permanece para siempre.
De ahí que sea capaz de salvar, para siempre, a los que por su medio se acercan a Dios,
ya que vive eternamente para interceder por nosotros.

Ciertamente que un sumo sacerdote como éste era el que nos convenía: santo, inocente, inmaculado,
separado de los pecadores y elevado por encima de los cielos; que no necesita, como los demás sacerdotes,
ofrecer diariamente víctimas, primero por sus pecados y después por los del pueblo,
porque esto lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
Porque los sacerdotes constituidos por la ley eran hombres llenos de fragilidades;
pero el sacerdote constituido por las palabras del juramento posterior a la ley, es el Hijo eternamente perfecto.
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Aclamación antes del Evangelio: Jn 14, 23
R.
Aleluya, aleluya.
El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada, dice el Señor.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mc 12, 28-34 

En aquel tiempo,
uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó:
"¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?"


Jesús le respondió:
"El primero es:
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor;
amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma,
con toda tu mente y con todas tus fuerzas.
El segundo es éste:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
No hay ningún mandamiento mayor que éstos".


El escriba replicó:
"Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él,
y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas,
y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios".


Jesús, viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo: "No estás lejos del Reino de Dios".
Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
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sábado, 7 de septiembre de 2024

TOB - 30vo Domingo - Lo que Quiero de Dios - Mc. 10, 46-52

En los evangelios vemos muchas personas ciegas que son sanadas,
pero éste pasaje sobre Bartimeo es muy especial e ilustrativo.
El pobre hombre no veía nada,
pero cuando escuchó que Jesús de Nazaret estaba pasando,
tomó una decisión para él desafiante pero muy importante
en vez de esperar sentado, tenía que ir a su encuentro
para no perder el paso de Jesús, pedir que lo curaran.
Todos decían que Jesús tenía el poder de sanar, pero él,
tenías que llamar su atención y pedir que lo curaran. era su gran deseo.

Bartimeo era muy consciente de lo que estaba mal con él,
y estaba dispuesto a remediarlo! Cuando le gritó a Jesús tratando de llamar su atención, las personas a su alrededor trataron de callarlo; pero él, gritó más fuerte, y siguió gritando hasta que Jesús se detuvo y lo llamó.

Aunque Bartimeo era ciego, Jesús se quedó donde estaba y dejó que el ciego se acercara a él.
Si realmente quería ser curado, encontraría la manera de llegar a Jesús

Era obvio que el hombre era ciego
y, sin embargo, Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?".
Bartimeo tenía que reconocer su problema por sí mismo.
Igual que él, si uno de nosotros necesita curarse de algo,
ya sea ceguera, alcoholismo, depresión o cualquier adicción,
debemos reconocer nuestro problema y decirle a Dios lo que está mal en nosotros.
Necesitamos nombrar, mencionar lo que queremos de Dios.
Por supuesto, él conoce nuestras necesidades y, sin embargo, dice: "Pide con y recibirás".
"Tu Padre celestial seguramente se lo dará a los que lo pidan con fe".

Las palabras de Bartimeo eran simples y sencillas; sin discurso largo, ni regateos ni engaños.
"Quiero ver" fue su respuesta directa.
Y Jesús le dijo que su fe lo había sanado.
Con razón, este ciego sabía que Jesús no se apartaría del clamor de los pobres.
Piensa en lo que hizo: tiró a un lado su vieja capa, se levantó y corrió hacia Jesús.
La vieja capa puede ser un símbolo de su pasado, su oscuridad, su desesperación.
Hizo un acto de fe llena de esperanza, y Jesús no lo decepcionó.
Todos los intentos de los espectadores por silenciarlo lo hicieron más decidido.
Tenía claro lo que quería y sabía quién podía ayudarlo.
Es por eso, que en Bartimeo, también nosotros podemos aprender
una lección de esperanza, confianza y de fe, aquí y ahora.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano, Semana 30 TOB
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Primera Lectura: Lectura del Libro de Jeremías 31, 7-9
Esto dice el Señor: "Griten de alegría por Jacob,
regocíjense por el mejor de los pueblos; proclamen, alaben y digan:
'El Señor ha salvado a su pueblo, al grupo de los sobrevivientes de Israel'.

He aquí que yo los hago volver del país del norte y los congrego desde los confines de la tierra.
Entre ellos vienen el ciego y el cojo, la mujer encinta y la que acaba de dar a luz.

Retorna una gran multitud; vienen llorando, pero yo los consolaré y los guiaré;
los llevaré a torrentes de agua por un camino llano en el que no tropezarán.
Porque yo soy para Israel un padre y Efraín es mi primogénito".
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Salmo Responsorial: Salmo 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6
Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio, creíamos soñar;
entonces no cesaba de reír nuestra boca ni se cansaba entonces la lengua de cantar.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.

Aun los mismos paganos con asombro decían: "¡Grandes cosas ha hecho por ellos el Señor!"
Y estábamos alegres, pues ha hecho grandes cosas por su pueblo el Señor.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Como cambian los ríos la suerte del desierto, cambia también ahora nuestra suerte, Señor,
y entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Al ir, iba llorando, cargando la semilla; al regresar, cantando vendrán con sus gavillas.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor. 
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Segunda lectura: Heb 5, 1-6 
Hermanos: Todo sumo sacerdote es un hombre escogido entre los hombres
y está constituido para intervenir en favor de ellos ante Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados.
Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades.
Por eso, así como debe ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo, debe ofrecerlos también por los suyos propios.

Nadie puede apropiarse ese honor, sino sólo aquel que es llamado por Dios, como lo fue Aarón.
De igual manera, Cristo no se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote;
se la otorgó quien le había dicho: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy.
O como dice otro pasaje de la Escritura: Tú eres sacerdote eterno, como Melquisedec.
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Aclamación antes del Evangelio: 2 Tim 1, 10
R. Aleluya, aleluya.
Jesucristo, nuestro salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio.

R. Aleluya.
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Evangelio: Mc 10, 46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un ciego, llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino pidiendo limosna.

Al oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!"
Muchos lo reprendían para que se callara, pero él seguía gritando todavía más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!".

Jesús se detuvo entonces y dijo: "Llámenlo".
Y llamaron al ciego, diciéndole:
"¡Ánimo! Levántate, porque él te llama".
El ciego tiró su manto;
de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús.

Entonces le dijo Jesús: "¿Qué quieres que haga por ti?"
El ciego le contestó: "Maestro, que pueda ver".
Jesús le dijo: "Vete; tu fe te ha salvado".
Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino.
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TOB - 29vo Domingo - Para lo que sirve Orar - Mc 10, 35-45

Desde la infancia comenzamos a aprender la lección que otros no ceden automáticamente a nuestros deseos. En la adolescencia, descubrimos que nuestros compañeros no son imágenes de nosotros mismos y no siempre responden como esperamos.
De adultos aprendemos el delicado arte del compromiso cuando lo que queremos y lo que otros quieren entran en conflicto. 

En nuestra relación con Dios aprendemos que nuestras oraciones no siempre son contestadas, incluso cuando nos enfocamos no en nosotros mismos, sino en los demás y en su bienestar. 

La experiencia de la oración sin respuesta puede ser un verdadero desafío para nuestra fe. En la vida, a menudo no obtenemos exactamente lo que queremos.

Santiago y Juan en el evangelio de hoy vienen a Jesús con una petición egoísta. Le piden:
"Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria". (también en Mt 20, 20-28)
Marcos muestra que anteriormente, Santiago, Juan y Pedro en el monte de la transfiguración, 
allí habían experimentado a Jesús en su gloria, flanqueados por Moisés y Elías.
Los dos hermanos entendieron esta experiencia como anticipando un futuro glorioso,
y en ese futuro fantástico querían los lugares ocupados por Moisés y Elías.
Cuando Jesús declara que pronto será humillado, Santiago y Juan le piden a Jesús que sea exaltado y ellos con él.
Aquí hay una petición que tiene demasiado de "yo".
No es una petición a la que Jesús quiera responder.
A veces, nuestras propias oraciones pueden tener mucho "yo" en ellas, incluso cuando son oraciones por los demás.
Marcos enfatiza lo inadecuado de esta solicitud de Santiago y Juan
al colocarla inmediatamente después del tercer anuncio por parte de Jesús de su próxima pasión y muerte (Mc 10, 33-34):
"El Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas,
y lo condenarán a muerte; entonces lo entregarán a los gentiles.
 

Una dimensión de nuestro crecimiento en la persona de Jesús
es aprender a orar contemplándolo orar, entrando en su oración continua al Padre.
Solo el Espíritu Santo puede permitir que nuestra oración se armonice con la del Señor resucitado.
Como dice Pablo en su carta a los Gálatas,
"Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando" ¡Padre Abba!" (Gá 4: 6).
En su carta a los romanos, él comenta que "el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad;
porque no sabemos cómo orar como debemos,
pero ese mismo Espíritu intercede con suspiros demasiado profundos para las palabras" 
(Rom 8:26).
Nuestra oración será una participación en la propia oración de Jesús
cuando esté formada por los suspiros inarticulados del Espíritu en lo más profundo de nosotros. 

En respuesta a la petición de los hermanos,
Jesús les pregunta si podrán repetir en su propia oración en el jardín de Getsemaní, (Mc 14, 36): 
"Abba, Padre, para ti todo es posible; quítame esta copa; sin embargo, que no sea lo que yo quiero, sino lo que Tú quieres".
La misma copa que Jesús invita a Santiago y Juan a beber, él mismo no quiso beberla,
sin embargo, continuó orando en su oración más fundamental: 
"Que no sea lo que yo quiero, sino lo que Tú quieres".
Jesús no le pide a sus discípulos nada que no esté preparado a hacer él mismo.
Hoy encontramos en la segunda lectura que tenemos un sumo sacerdote
"que él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado"

Lo que Jesús le dice a Santiago y a Juan también está dirigido a todos nosotros.
¿Estamos preparados para comprometernos con su camino de siervo,
incluso con el camino de la cruz, el camino de la entrega?
Los sacramentos refuerzan esta invitación.
En el bautismo, nos bautizamos en la manera de siervo de Jesús
y cuando celebramos la Eucaristía renovamos nuestro compromiso con esa manera.

Ser Sal y luz
Jesús usa los ejemplos simples de sal y luz para ilustrar el efecto de una vida cristiana como un testimonio de él y de su mensaje. 

En el pasado, los granjeros solían matar unas cuantas veces al año un cerdo. 
Como no tenían frigoríficos o congeladores, se usaban cajas de té viejas para almacenar el tocino. 
El secreto era empacar el tocino lo más fuerte posible, con un saco entero de sal, en la caja de té. 
Para una familia numerosa, el tocino duraba varias semanas antes de terminarse.
Debido a la sal, el tocino se mantenía fresco y no se desperdiciaba nada. La sal conservaba el tocino.
En la lectura de  hoy hay un eco de eso cuando escuchamos a Jesús decir que somos la sal de la tierra. 

Estamos destinados a ser preservadores de la bondad y la vida dentro de la comunidad y dentro de la sociedad en general.
La sal conserva, y también da sabor.
Aunque los especialistas del corazón dicen que hay que retirarla de todas las mesas del comedor,
la sal sigue siendo uno de los elementos esenciales de la cocina.
La sal hace una diferencia en la comida. 

Es por eso que Jesús usa esa imagen para enfatizar el efecto del cristiano dentro de la comunidad. 
El testimonio de la vida cristiana se supone que debe hacer una diferencia.
Entendemos muchas cosas porque conocemos los opuestos.
Si hubiera oscuridad, no podríamos apreciar la luz.
Lo mismo ocurre con el calor y el frío, la salud y la enfermedad, la vida y la muerte.
La oscuridad puede ser más que la ausencia de luz.
Hay personas que viven en la oscuridad porque son ciegas, o porque viven en una realidad que ellos escogieron para si mismos. 
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - TOB Domingo 29
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Primera lectura: Is 53, 10-11
El Señor quiso triturar a su siervo con el sufrimiento.
Cuando entregue su vida como expiación, verá a sus descendientes, prolongará sus años
y por medio de él prosperarán los designios del Señor.
Por las fatigas de su alma, verá la luz y se saciará; 
con sus sufrimientos justificará mi siervo a muchos, cargando con los crímenes de ellos.
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Salmo Responsorial: Salmo 32, 4-5. 18-19 20 y 22
Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales.
El ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades.
R. Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían;
los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida.
R. Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.
En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo.
Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que en ti, Señor, hemos confiado.
R. Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.
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Segunda lectura: Heb 4, 14-16
Hermanos: Puesto que Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado en el cielo,
mantengamos firme la profesión de nuestra fe.
En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos,
puesto que él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado.

Acerquémonos, por lo tanto, con plena confianza al trono de la gracia,
para recibir misericordia, hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno.
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Aclamación antes del Evangelio: Mc 10, 45
R.
Aleluya, aleluya.

Jesucristo vino a servir y a dar la vida por la salvación de todos.
R. Aleluya. 
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Evangelio: Mc 10, 35-45
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús
 Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron:
"Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte". 
Él les dijo: "¿Qué es lo que desean?" 
Le respondieron: "Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria"

Jesús les replicó: "No saben lo que piden. ¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con que seré bautizado?" 
Le respondieron: "Sí podemos". 

Y Jesús les dijo: "Ciertamente pasarán la prueba que yo voy a pasar y recibirán el bautismo con que yo seré bautizado; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; eso es para quienes está reservado".

Cuando los otros diez apóstoles oyeron esto, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús reunió entonces a los Doce y les dijo:
"Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen.
Pero no debe ser así entre ustedes.
Al contrario: el que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor,
y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos,
así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir
y a dar su vida por la redención de todos".
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O bien:
Mc 10, 42-45
En aquel tiempo, Jesús reunió entonces a los Doce y les dijo:
"Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen.
Pero no debe ser así entre ustedes.
Al contrario: el que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor,
y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos,
así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan,
sino a servir y a dar su vida por la redención de todos".
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TOB 28vo. Domingo - ¿A Quien Perteneces? - Mc 10, 17-30 (Mt 19, 16-30 - Lc 18, 18-30)

Observar los mandamientos es bueno. 
Es posible también observar todos los mandamientos,
y aún así no ser una persona amorosa; no vivir para la vida eterna.

Las riquezas no son malas, pero si pongo en ellas la seguridad,
la plenitud de mi vida, si soy egocéntrico con esas riquezas cuando otras no tienen los medios para una vida digna,
y no las comparto, no he aprendido a vivir.
La sabiduría ve más adentro que estas cosas temporales.

El que pregunta se presenta como un hombre de buen y noble carácter, que busca genuinamente el camino que lo lleve a la vida eterna. Ha guardado los mandamientos de Dios desde la infancia,
y fue tan honesto que Jesús lo miró con cariñoso afecto. 
Parece ser la persona ideal para recibir el evangelio
y seguir a Jesús, cueste lo que cueste.
Pero había algo en ese hombre que necesitaba ser sanado. 

Estaba poseído por su propia riqueza, lo dominaba, era más fuerte que él. Jesús lo invitó a liberarse de eso,
pero el costo parecía demasiado alto. "Libertad es solo otra palabra más cuando no hay nada que perder". (Janis Joplin)

No hay nada malo con el dinero como tal, o incluso con ser rico.
Algunas de las personas más grandes del mundo que hicieron más por el bienestar de la humanidad han sido personas ricas. 

Pero en un nivel más profundo, el hecho es que aún a ser muy rico, no tengo nada en absoluto.
Mi control de las cosas es provisional, temporal.
Un derrame cerebral repentino, una hemorragia cerebral o un ataque al corazón,
y estoy separado para siempre de todas mis pertenencias terrenales. "No hay bolsillo en el sudario".
Aparentemente, había una entrada estrecha al lado del templo llamada "aguja".
Es lo suficientemente ancha para que pase un camello, pero solo si la carga se retiró de la espalda del camello.
Con las alforjas de las mercancías que el camello normalmente llevaba a ambos lados,
sería imposible pasar por la puerta de la Aguja.
Qué difícil es para las personas que se sienten abrumadas por el dinero y las ambiciones de entrar en el Reino de Dios.
El reino pertenece a los niños y a los que confían como ellos.
Pertenece a los pobres en espíritu; no tanto económicamente pobres,
sino separados de las riquezas en su espíritu más íntimo.
Por una buena causa, pueden desprenderse de su riqueza.

Luego hay algunos que renuncian a todo para seguir a Jesús. Él no llama a todos a hacer esto.
No le pidió a Lázaro ni a sus hermanas que salieran de casa y lo siguieran.
Pero ser un seguidor de Jesús significa tener que dejar algo.
Implica un cambio de prioridades, una nueva forma de valorar las cosas,
un interés en las riquezas que se almacenan en el cielo,
"donde la polilla no puede consumir, ni la podredumbre la corroe". (Mt, 6, 19-34)
Los que dejan todo para seguir a Jesús se encuentran entre las personas más bendecidas ,
almas dedicadas como el Padre Pío, la Madre Teresa de Calcuta,
trabajadores que  ayudan en lugares desgarrados por la guerra y las enfermedades, y muchos otros héroes desconocidos.
Estas personas son bendecidas con las riquezas de la gracia de Dios y traen muchas bendiciones a las vidas de otros.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano, Domingo 28vo, TOB
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Primera Lectura: Sab 7, 7-11
Supliqué y se me concedió la prudencia; invoqué y vino sobre mí el espíritu de sabiduría.
La preferí a los cetros y a los tronos, y en comparación con ella tuve en nada la riqueza.
No se puede comparar con la piedra más preciosa, 
porque todo el oro, junto a ella, es un poco de arena y la plata es como lodo en su presencia.

La tuve en más que la salud y la belleza; la preferí a la luz, porque su resplandor nunca se apaga.
Todos los bienes me vinieron con ella; sus manos me trajeron riquezas incontables.
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Salmo Responsorial: Salmo 89, 12-13. 14-15. 16-17
Enséñanos a ver lo que es la vida, y seremos sensatos.
¿Hasta cuándo, Señor, vas a temer compasión de tus siervos? ¿Hasta cuándo?
R. Sácianos, Señor, de tu misericordia.

 Llénanos de tu amor por la mañana y júbilo será la vida toda.
Alégranos ahora por los días y los años de males y congojas.
R. Sácianos, Señor, de tu misericordia.

 Haz, Señor, que tus siervos y sus hijos puedan mirar tus obras y tu gloria.
Que el Señor bondadoso nos ayude y dé prosperidad a nuestras obras.
R. Sácianos, Señor, de tu misericordia.
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Segunda lectura: Heb 4, 12-13
Hermanos: La palabra de Dios es viva, eficaz y más penetrante que una espada de dos filos.
Llega hasta lo más íntimo del alma, hasta la médula de los huesos y descubre los pensamientos e intenciones del corazón.
Toda creatura es transparente para ella.
Todo queda al desnudo y al descubierto ante los ojos de aquel a quien debemos rendir cuentas.
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Aclamación antes del Evangelio: Mt 5, 3
R.
Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
R. Aleluya.
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Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,17-30
Se puede elegir una forma más breve de la lectura siguiente, indicada entre corchetes:

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó:
"Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?"
Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios.
Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás,
no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes,
honrarás a tu padre y a tu madre".

Entonces él le contestó: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven".
Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes,
da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme".
Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.

Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos:
"¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!"
Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió:
"Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios!
Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios".

Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí: "Entonces, ¿quién puede salvarse?"
Jesús, mirándolos fijamente, les dijo:
"Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible". 

Entonces Pedro le dijo a Jesús: "Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte".

Jesús le respondió: "Yo les aseguro:
Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio,
dejará de recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras,
junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna".
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O bien:
Mc 10, 17-27
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino,
se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?"
Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos:
No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio,
no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre".

Entonces él le contestó: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven''.
Jesús lo miró con amor y le dijo:
"Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres
y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme".

Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.

Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!"
Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras;
pero Jesús insistió:"Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios!
Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios". 

Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí:
"Entonces, ¿quién puede salvarse?" Jesús, mirándolos fijamente, les dijo:
"Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible".
Palabra del Señor.
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