viernes, 15 de noviembre de 2024

TOB - 34vo. Domingo - Rey de Justicia, Amor y Paz - Jn 18, 33-37, Fiesta de Cristo Rey

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Primera lectura: Dn 7, 13-14  / Salmo Responsorial: Salmo 92, 1ab. 5 Segunda lectura: Apoc. 1, 5-8. 
Aclamación antes del Evangelio: Mc 11, 9. 10 Evangelio: Jn 18, 33-37 
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Pablo habla de Jesucristo al final de los tiempos entregando el reino a Dios el Padre.
El Prefacio de hoy repite esto, describiendo el reino de Cristo como uno
de verdad 
y vida, de santidad y gracia, de justicia. amor y paz.

Este ideal no debe ser simplemente una esperanza futura,
debemos trabajar más bien en el presente.
El reino es nuestra esperanza, pero también está entre nosotros,
en proceso de ser. Es a la vez utopía y realidad.

El evangelio nos dice cómo debemos hacer realidad plena
el reino de Dios entre nosotros, 
en el aquí y ahora. 
Lo hacemos presente cada vez que hacemos justicia al hambriento,
al sediento, al desnudo y al oprimido.

Actuar de esta manera es imitar al mismo Rey Pastor que vemos en los Evangelios
como alguien que rescata de situaciones de alienación, que alimenta,
da descanso, sana y fortalece. Entre sus últimas palabras
estaba una promesa al ladrón que estaba siendo crucificado a su lado,
que sería envuelto por el amor eterno de Dios, en el paraíso.

La mejor manera de honrar a Cristo nuestro Rey
es trabajar para hacer realidad su reino entre nosotros.
Todo lo que hacemos por el alivio de los débiles
y desfavorecidos es también un servicio a Cristo,
porque él se identifica personalmente
con las personas necesitadas.

El discípulo de Cristo Rey no puede permitirse el lujo
de mantenerse cómodo, viviendo sólo para sí mismo
pensando: "Bueno, le hago daño a nadie".

No puede ser sordo al llanto del prójimo necesitado
porque eso es cerrar nuestros oídos a Cristo.
Ser ciego a la angustia del moribundo es cerrarle los ojos.
Si seguimos a Jesucristo como nuestro Rey Pastor,
de alguna manera debemos ser pastores nosotros mismos,
por su causa, obedeciendo su mandato.


Si la justicia de Dios operara realmente en nuestro mundo,
traería paz entre las naciones y entre los individuos. 

Jesús nos dice que:
"El reino de Dios no viene para ser visto y admirado, no crean cuando digan:
"Mira aquí está", o "Allí está", 
porque el reino de Dios está ya dentro de ustedes." (Lc 17, 20s).
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Lecturas en lenguaje Latinoamericano - Semana 34 TOB
Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo
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Primera Lectura: Dn 7, 13-14
Yo, Daniel, tuve una visión nocturna:
Vi a alguien semejante a un hijo de hombre,
que venía entre las nubes del cielo.

Avanzó hacia el anciano de muchos siglos
y fue introducido a su presencia.

Entonces recibió la soberanía, la gloria y el reino.
Y todos los pueblos y naciones
de todas las lenguas lo servían.

Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno,
y su reino jamás será destruido.
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Salmo Responsorial: Salmo 92, 1ab. 1c-2. 5

Tú eres, Señor, el rey de todos los reyes.
Estás revestido de poder y majestad.
R. Señor, tú eres nuestro rey.

Tú mantienes el orbe y no vacila.
Eres eterno, y para siempre está firme tu trono.
R. Señor, tú eres nuestro rey.

Muy dignas de confianza son tus leyes
y desde hoy y para siempre, Señor,
la santidad adorna tu templo.
R. Señor, tú eres nuestro rey.
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Segunda Lectura: Apoc 1, 5-8
Hermanos míos: Gracia y paz a ustedes, de parte de Jesucristo, el testigo fiel,
el primogénito de los muertos, el soberano de los reyes de la tierra;
aquel que nos amó y nos purificó de nuestros pecados con su sangre
y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre.

A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Miren: él viene entre las nubes, y todos lo verán,
aun aquellos que lo traspasaron.
Todos los pueblos de la tierra harán duelo por su causa.

“Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios,
el que es, el que era y el que ha de venir, el todopoderoso”.

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Aclamación antes del Evangelio: Mc 11, 9. 10
R. Aleluya, aleluya.
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
¡Bendito el reino que llega, el reino de nuestro padre David!
R. Aleluya.
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Evangelio: Jn 18, 33-37

En aquel tiempo, 
preguntó Pilato a Jesús:
“¿Eres tú el rey de los judíos?” 

Jesús le contestó:
“¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?” 

Pilato le respondió:
“¿Acaso soy yo judío?
Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí.
¿Qué es lo que has hecho?”

Jesús le contestó:
“Mi Reino no es de este mundo.
Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado
para que no cayera yo en manos de los judíos.
Pero mi Reino no es de aquí”.

Pilato le dijo: “¿Conque tú eres rey?” 

Jesús le contestó: “Tú lo has dicho. Soy rey.
Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad.
Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”.

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Segunda Reflexion:

Cuando Pablo habla del Final de los tiempos,
ve a Jesucristo entregando el reino a Dios Padre.
El Prefacio de hoy repite esto, describiendo el reino de Cristo 
como uno de verdad y vida, de santidad y gracia, de justicia. amor y paz.

"Así sometió a su poder a la creación entera, 
para entregarte, Padre santo,
el reino eterno y universal, reino de verdad y de vida,
reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz". 

Este ideal no es sólo una esperanza futura, es una invitación para trabajar constantemente en el presente. 
El reino es nuestra esperanza, pero también es nuestra realidad presente, de alguna manera también está ya en medio de nosotros, es un proceso dinámico que es y a su vez llegará a ser.

El evangelio nos dice cómo debemos promover la venida más plena del reino de Dios entre nosotros. El Reino llega siempre que se hace justicia para los hambrientos, los sedientos, los desnudos, los huérfanos y los oprimidos. Cuando actuamos de esta manera hacemos lo mismo que desearía que hagamos el Rey Pastor, el mismo que se presenta en nuestros Evangelios como alguien que nos rescata de situaciones de alienación, que nos alimenta, nos da descanso, nos sana y fortalece. 

Incluso al final de su vida, sus últimas palabras fueron una promesa para el ladrón crucificado a su lado, que sería envuelto por el amor eterno de Dios, en el paraíso.

La mejor manera de honrar a Cristo nuestro Rey es trabajar para hacer que su reino sea una realidad entre nosotros. Cualquier cosa que hagamos para aliviar a los desfavorecidos y desamparados es también un servicio a Cristo, porque se identifica personalmente con las personas necesitadas. 

El discípulo de Cristo Rey no puede permitirse el lujo de mantenerme cómodamente, alejado de los problemas siendo "Bueno pero pasivo, o sin meterse con nadie". El Cristiano no puede ser sordo a los gritos del prójimo necesitado porque estaría cerrando sus oídos a Cristo. No puede estar ciego a la angustia de los moribundos porque cerraría sus ojos a Cristo.

Si seguimos a Jesucristo como nuestro Rey-Pastor, también nosotros, de alguna manera debemos ser pastores para los que nos necesitan y los que tienen menos que nosotros, debemos velar por su bien.
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domingo, 3 de noviembre de 2024

TOB - 33vo Domingo - Cuando vuelva el Señor - Mc 13, 24-32

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Primera lectura: Dn 12, 1-3  / Salmo Responsorial: Salmo 15, 5 y 8. 9-10. 11 / Segunda lectura: Heb 10, 11-14. 18 
Aclamación antes del Evangelio: Lc 21, 36 Evangelio: Mc 13, 24-32 
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"Maranatha" es la transcripción griega de una expresión de origen arameo, compuesta por dos términos, maranâ thâ' maran 'athâ' que significa 'El Señor viene'. San Pablo la usa en su segunda carta a Los Corintios como una expresión de la esperanza de la Segunda Venida de Cristo. Por eso, un creyente debe esperar la venida del Señor de manera atenta y cuidadosa. Todos daremos cuenta de nuestras acciones y de lo que no hemos podido hacer.

Pero nuestra espera debe ser:
- Activa, despiertos y con las lámparas encendidas; esperando hasta el final. 
- Alegre, esperando con gozo al novio que ya viene para entrar al banquete de Bodas. Nuestra espera puede ser coloreada la alegría de la espera expectante. La expectativa es a menudo más placentera que la realización. Shakespeare decía: "todas las cosas que existen son perseguidas con más placer que disfrutadas".

- Esperanzada, porque esperamos al que luego de su único y final sacrificio, vive e intercede al Padre por nuestros pecados.
En él tenemos puesta nuestra confianza. Él viene a recompensar a los  que hemos permanecido fieles
y cuyos nombres ha escritos en el libro de la vida.

¿En el día final, cuál será mi propio destino? nadie lo sabe.
Pero Jesús quiere que estemos listos para encontrarnos con él, cada vez que venga.
Recibirlo una y otra vez, sobre todo en los más pobres, es lo que nos hace cristianos.
Así compartimos el mismo espíritu de sus primeros seguidores que dijeron "Maranatha" - "¡Ven, Señor nuestro!".
Estamos invitados a vivir aquí y ahora con conciencia de la eternidad,
viendo esta vida como una preparación para un sin fin. la vida con dios.

La segunda lectura nos ayuda a contemplar a Jesús, el “Hijo del Hombre”, como el nuevo Templo de Dios.
Él es el nuevo y definitivo lugar de encuentro entre Dios y el hombre. 
Las “piedras hermosas” de este Templo son los creyentes, 
“los elegidos de los cuatro vientos, desde el fin de la tierra hasta el fin del cielo” (1 Pe 2, 5). 

¿Qué tan listos estamos?
Nuestra fe nos dice que alguna generación en la historia experimentará la segunda venida de Cristo.
Incluso si la nuestra no es la generación que verá la segunda venida,
cada uno de nosotros debe enfrentar su propio último día, la muerte.
Para unos viene inesperada, de la nada, incluso a una edad temprana.
Para otros, será bastante predecible y seguirá el curso más natural del envejecimiento y el declive.
Por eso, debemos siempre preguntarnos: “¿Estoy listo y preparado? 
Cada decisión mía apunta en direcciones que pueden ser buenas o malas.
Si queremos sentirnos preparados, debemos apuntar siempre hacia las buenas.

Con el ajetreo de la vida es fácil olvidarse de la segunda venida de Cristo.
Preferimos ignorar nuestra mortalidad y postergar nuestra preparación para la muerte que todos debemos enfrentar. 

El final del capítulo 25 nos recuerda que El Señor invitará 
a los "que son bendecidos por mi Padre a heredar el reino preparado para ti desde la fundación del mundo.
Porque tenía hambre y tú me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, un extraño y me recibiste,
desnudo y me vestiste, enfermo y me cuidaste, en la cárcel y me visitaste"
Aunque no sabemos el día o la hora de la segunda venida de Cristo,
ni sabemos el día o la hora de nuestra propia muerte, se nos aconseja estar despierto y vigilantes. 
Sólo así evitaremos la dura respuesta del Señor: “Amén, te digo que no te conozco".

Si tenemos esa respuesta será por nuestra insensatez
y no por falta de misericordia o de justicia por parte del Señor.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - Semana 33 - TOB
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Primera lectura: Dn 12, 1-3 
En aquel tiempo, se levantará Miguel, el gran príncipe que defiende a tu pueblo.

Será aquél un tiempo de angustia, como no lo hubo desde el principio del mundo.
Entonces se salvará tu pueblo; todos aquellos que están escritos en el libro.
Muchos de los que duermen en el polvo, despertarán: unos para la vida eterna, otros para el eterno castigo.

Los guías sabios brillarán como el esplendor del firmamento, y los que enseñan a muchos la justicia,
resplandecerán como estrellas por toda la eternidad.
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Salmo Responsorial: Salmo 15, 5 y 8. 9-10. 11 (1)

El Señor es el parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos.
Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado, jamás tropezaré.
R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo,
porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción.
R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia
y de alegría perpetua junto a ti. 
R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
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Segunda lectura: Heb 10, 11-14. 18
Hermanos: En la antigua alianza los sacerdotes ofrecían en el templo, diariamente y de pie,
los mismos sacrificios, que no podían perdonar los pecados.
Cristo, en cambio, ofreció un solo sacrificio por los pecados
y se sentó para siempre a la derecha de Dios;
no le queda sino aguardar a que sus enemigos sean puestos bajo sus pies.
Así, con una sola ofrenda, hizo perfectos para siempre a los que ha santificado.
Porque una vez que los pecados han sido perdonados, ya no hacen falta más ofrendas por ellos.
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Aclamación antes del Evangelio: Lc 21, 36 R. Aleluya, aleluya.
Velen y oren, para que puedan presentarse sin temor ante el Hijo del hombre.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mc 13, 24-32 
E n aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Cuando lleguen aquellos días, después de la gran tribulación, 
la luz del sol se apagará, no brillará la luna, caerán del cielo 
las estrellas y el universo entero se conmoverá. 
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes 
con gran poder y majestad. Y él enviará a sus ángeles 
a congregar a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales 
y desde lo más profundo de la tierra a lo más alto del cielo.

Entiendan esto con el ejemplo de la higuera. Cuando las ramas 
se ponen tiernas y brotan las hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Así también, cuando vean ustedes que suceden 
estas cosas, sepan que el fin ya está cerca, ya está a la puerta. 

En verdad que no pasará esta generación sin que todo esto se cumpla. Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, 
pero mis palabras no dejarán de cumplirse. Nadie conoce el día ni la hora. Ni los ángeles del cielo ni el Hijo; solamente el Padre''.
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TOB - 32vo Domingo - Misericordia Quiero - Mc 12, 38-44

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Primera lectura: 1 Rey 17, 10-16 / Salmo Responsorial: Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10 / Segunda lectura: Heb 9, 24-28 / 
Aclamación antes del Evangelio: Mt 5, 3  / Evangelio: Mc 12, 38-44
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En algunos sectores de la Iglesia se ve un cierto desgano y apatía referente a la práctica sacramental,  la asistencia a misa, el interés por las vocaciones al sacerdocio y la vida religiosa, y hay un gran  dificultad para involucrar a los jóvenes en actividades de la Iglesia.
El catolicismo en el mundo desarrollado está en decadencia.
¿Cómo hacer de nuestra Iglesia un lugar más acogedor,
donde la gente se sienta más apreciada, cuidada y entendida?

El libro de los Reyes nos da una pista que es el regreso a la "Misericordia práctica" y no la "Misericordia predicada".

En el Libro de Reyes se habla de una viuda pobre que mostró misericordia en forma de compasión práctica, al compartir su última corteza con el profeta Elías.
¿Estaba ella practicando la fe? ¡claro que sí!
Ella no practicaba la religión cúltica sino que vivía la fe.

Está también la pobre mujer que llega al Templo y que contribuyó silenciosamente.
Se deshace de sus últimos ahorros para dejarse tocar por dios y confiar mejor en su divina providencia,
de ese modo hace que Dios sea adorado adecuada y verdaderamente.
¿Ella practica su fe a través de su generosidad.
El Evangelio nos recuerda quien se da todo su corazón a una buena causa
está siguiendo el ejemplo de Jesús, ya sea que estén conscientes de ello o no.
Ellos tienen la bendición de Dios y se les promete su recompensa.
Ella hizo lo mismo que Jesús espera de nosotros...
Tenía hambre y tú ... Si me das un vaso de agua en mi nombre ...

Nuestra noción de "católicos prácticos" debe incluir de alguna manera
a todos los que viven por estas cualidades de compasión y generosidad.
A aquellos que creen aunque no vivan la religión del mismo modo en que nosotros lo hacemos,
pero que sin embargo practican la fe movidos por la misericordia y la solidaridad con el más débil.
De hecho, participar en Misa y los compartir sacramentos solo se hacen genuinos
si nos impulsa a amar con misericordia y apertura. 
Hoy, en esta Eucaristía, volvemos a comprometernos a vivir la fe de maneras que realmente importan:
compartirnos y donarnos nosotros mismos como lo hizo Jesús, de "manera práctica", generosa y abierta.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano, Domingo 32, Ciclo B
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Primera lectura: 1 Rey 17, 10-16
En aquel tiempo, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta.
Al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí a una viuda que recogía leña.
La llamó y le dijo: "Tráeme, por favor, un poco de agua para beber".
Cuando ella se alejaba, el profeta le gritó: "Por favor, tráeme también un poco de pan".
Ella le respondió: "Te juro por el Señor, tu Dios, que no me queda ni un pedazo de pan;
tan sólo me queda un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en la vasija.
Ya ves que estaba recogiendo unos cuantos leños.
Voy a preparar un pan para mí y para mi hijo. Nos lo comeremos y luego moriremos".

Elías le dijo: "No temas. Anda y prepáralo como has dicho; pero primero haz un panecillo para mí y tráemelo.
Después lo harás para ti y para tu hijo, porque así dice el Señor de Israel:
'La tinaja de harina no se vaciará, la vasija de aceite no se agotará,
hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra'
".

Entonces ella se fue, hizo lo que el profeta le había dicho y comieron él, ella y el niño.
Y tal como había dicho el Señor por medio de Elías,
a partir de ese momento, ni la tinaja de harina se vació, ni la vasija de aceite se agotó.
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Salmo Responsorial: Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10 (1)
El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia al oprimido;
él proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo.
R. El Señor siempre es fiel a su palabra.
Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado.
Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado.
R. El Señor siempre es fiel a su palabra.
A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo.
Reina el Señor eternamente, reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos.
R. El Señor siempre es fiel a su palabra.
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Segunda lectura: Heb 9, 24-28
Hermanos: Cristo no entró en el santuario de la antigua alianza, construido por mano de hombres
y que sólo era figura del verdadero, sino en el cielo mismo, para estar ahora en la presencia de Dios,
intercediendo por nosotros.

En la antigua alianza, el sumo sacerdote entraba cada año en el santuario
para ofrecer una sangre que no era la suya;
pero Cristo no tuvo que ofrecerse una y otra vez a sí mismo en sacrificio,
porque en tal caso habría tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo.
De hecho, él se manifestó una sola vez, en el momento culminante de la historia,
para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.

Y así como está determinado que los hombres mueran una sola vez
y que después de la muerte venga el juicio,
así también Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos.
Al final se manifestará por segunda vez, pero ya no para quitar el pecado,
sino para salvación de aquellos que lo aguardan y en él tienen puesta su esperanza.
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Aclamación antes del Evangelio: Mt 5, 3 
R. Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mc 12, 38-44
En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y le decía:
"¡Cuidado con los escribas!
Les encanta pasearse con amplios ropajes
y recibir reverencias en las calles;
buscan los asientos de honor en las sinagogas
y los primeros puestos en los banquetes;
se echan sobre los bienes de las viudas
haciendo ostentación de largos rezos.
Éstos recibirán un castigo muy riguroso".

En una ocasión Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando cómo la gente echaba allí sus monedas.
Muchos ricos daban en abundancia. 
En esto, se acercó una viuda pobre
y echó dos moneditas de muy poco valor.

Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo:
"Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos.
Porque los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza ha echado todo lo que tenía para vivir".
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O bien: Mc 12, 41-44
En aquel tiempo, Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo,
mirando cómo la gente echaba allí sus monedas.
Muchos ricos daban en abundancia.
En esto, se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor.
Llamando entonces a sus discípulos,
Jesús les dijo: "Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos.
Porque los demás han echado de lo que les sobraba;
pero ésta, en su pobreza ha echado todo lo que tenía para vivir".
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TOB - 31vo Domingo, Amarás por completo - Mc 12, 28-34

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Primera lectura: Dt 6, 2-6  / Salmo Responsorial: Salmo 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 51ab / Segunda lectura: Heb 7, 23-28 / 
Aclamación antes del Evangelio: Jn 14, 23 / Evangelio: Mc 12, 28-34 
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El rabino Hillel fue un erudito de renombre,
con un gran número de seguidores en la época de Jesús.
Cuando se le preguntó: "¿Cuál es el mandamiento más grande?"
Hillel dio la famosa respuesta:
"Lo que odias por ti mismo, no lo hagas a tu prójimo.
Esta es toda la ley; el resto es un comentario ”.

En el evangelio de hoy se repiten los ideales que ya estaban claros
y eran conocidos en el Antiguo Testamento.

El mandato de "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente"
,
se grabó en el corazón de cada judío, es su oración central diaria.
Esta oración es el Shema. En hebreo "Shema" significa "Escucha".
"Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor".

Lo que es especial del Evangelio de hoy es cuando dice que el amor de Dios está íntimamente relacionado con el amor de los demás.
Cualquier afirmación de amar a Dios es ilusoria si no resulta en amar a otras personas, extendiéndose para abrazarlos como Dios lo hace.

Jesús vincula estrechamente el amor de Dios con el amor al prójimo, para formar conjuntamente el mandamiento más grande.
San Agustín dijo que debemos "Amar a Dios primero, y luego hacer lo que quieras",
lo que significa que si amamos a Dios adecuadamente, no podemos sino querer que otros compartan ese amor.
El cuarto evangelista, Juan, vio todo en la vida de Cristo en la tierra en términos de amor, y continuó predicando esto en su vejez.
Incluso declara que "cualquiera que diga: 'Yo amo a Dios' y odia a su hermano, es un mentiroso,
porque ¿cómo puede alguien que no ama al hermano que él puede ver, amar a Dios a quien nunca ha visto?"
(1 Jn 4:20).

Amar con todo el corazón es un desafío verdaderamente radical, en imitación de Cristo.
Pero es nuestra vocación cristiana. Porque creemos que la vida proviene de la muerte,
que la ganancia proviene de la pérdida, que la recepción proviene de la entrega
y que el mismo Jesús tuvo que morir para llegar a la plenitud de la vida.
Profesamos ser seguidores de alguien que hizo una completa ofrenda de sí mismo al Padre
y gastó sus energías y su tiempo al servicio de los demás, que regresó a su Padre sin ningún tipo de bienes terrenales.

Esto no implica que tengamos que recorrer exactamente el mismo camino que Cristo.
Lo que sí indica es que la entrega genuina a Dios no nos permite retirarnos a un paraíso de espiritualidad irreal.
Significa que si amamos a Dios, debemos preocuparnos por los demás, por los miembros de nuestra familia y comunidad.
Necesitamos elevarnos por encima de nuestro egoísmo
y darnos cuenta de que "hay mayor felicidad en dar que en recibir" (Hechos 20:35).

"El mundo está demasiado con nosotros"
, escribió William Wordsworth,
"tarde y pronto / obteniendo y gastando, desperdiciamos nuestros poderes".

Pasamos de esta manera, pero una vez, y mientras estamos en este viaje,
tenemos que hacer tanto bien  como podamos con nuestros poderes dados por Dios,
para servir a Dios y a los demás.
Siempre debemos tener presente la promesa de Jesús (Jn 15, 5):
"El que permanece en mí, y yo en el, da fruto en abundancia".

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Lecturas Bíblicas en lenguaje Latinoamericano, Domingo 31 - TOB
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Primera lectura: Dt 6, 2-6 
En aquellos días, habló Moisés al pueblo y le dijo:
"Teme al Señor, tu Dios, y guarda todos sus preceptos y mandatos que yo te transmito hoy, a ti, a tus hijos y a los hijos de tus hijos.
Cúmplelos y ponlos en práctica, para que seas feliz y te multipliques.
Así serás feliz, como ha dicho el Señor, el Dios de tus padres, y te multiplicarás en una tierra que mana leche y miel.

Escucha, Israel:
El Señor, nuestro Dios, es el único Señor;
amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas.
Graba en tu corazón los mandamientos que hoy te he transmitido".
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Salmo Responsorial: Salmo 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 51ab (2)

Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza, El Dios que me protege y me libera.
R. Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza.

Tú eres mi refugio, mi salvación, mi escudo, mi castillo.
Cuando invoqué al Señor de mi esperanza, al punto me libró de mi enemigo.
R. Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza.

Bendita seas, Señor, que me proteges; que tú, mi salvador, seas bendecido.
Tú concediste al rey grandes victorias y mostraste tu amor a tu elegido.
R. Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza.
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Segunda lectura: Heb 7, 23-28
Hermanos: Durante la antigua alianza hubo muchos sacerdotes, porque la muerte les impedía permanecer en su oficio.
En cambio, Jesucristo tiene un sacerdocio eterno, porque él permanece para siempre.
De ahí que sea capaz de salvar, para siempre, a los que por su medio se acercan a Dios,
ya que vive eternamente para interceder por nosotros.

Ciertamente que un sumo sacerdote como éste era el que nos convenía: santo, inocente, inmaculado,
separado de los pecadores y elevado por encima de los cielos; que no necesita, como los demás sacerdotes,
ofrecer diariamente víctimas, primero por sus pecados y después por los del pueblo,
porque esto lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
Porque los sacerdotes constituidos por la ley eran hombres llenos de fragilidades;
pero el sacerdote constituido por las palabras del juramento posterior a la ley, es el Hijo eternamente perfecto.
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Aclamación antes del Evangelio: Jn 14, 23
R.
Aleluya, aleluya.
El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada, dice el Señor.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mc 12, 28-34 

En aquel tiempo,
uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó:
"¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?"


Jesús le respondió:
"El primero es:
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor;
amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma,
con toda tu mente y con todas tus fuerzas.
El segundo es éste:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
No hay ningún mandamiento mayor que éstos".


El escriba replicó:
"Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él,
y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas,
y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios".


Jesús, viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo: "No estás lejos del Reino de Dios".
Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
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